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HISTORIA DE LA NACION CARAÍBA

Mar Mar 06 2012, 21:37 por Egho

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HISTORIA DE LA NACION CARAÍBA

PROLOGO

En este trabajo encarado con la seriedad que amerita toda historia y conclusiones propias fundamentadas en el análisis de documentación histórica, …


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FALACIAS DE LA HISTORIA (I); YATASTO

Miér Jun 27 2012, 03:43 por Egho


Con este articulo prosigo en este nuevo foro la serie de falacias historicas inciadas en el viejo barco. 
Espero que dentro de los próximos cinco siglos algún inquieto investigador nos "descubra" …


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A 203 AÑOS DE LA REVOLUCION FRUSTADA

Jue Mayo 30 2013, 02:15 por Egho

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Los 25 de Mayo, los criollos –en realidad los habitantes de Buenos Aires -   festejan –yo no, pese a ser criollo-  ese dia como el de la ruptura definitiva con los débiles lazos que nos …


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CORRUPCION SE ESCRIBE CON K

Jue Mayo 30 2013, 01:58 por Egho

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El sábado pasado, muchísimos idiotas útiles, alguno engañados  y unos cuantos mafiosos festejaron los diez años de la “era” “K”  ; 25 DE MAYO DE 2003- 25 DE MAYO DE 2013.-

Un gran …


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FALACIAS DE LA HISTORIA (IV)

Miér Jun 27 2012, 06:22 por Egho

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FALACIA DE LA HISTORIA IV

CARNE DE CAÑON

¿Podremos Llegar a Viejos?                                                                 [SEPA/Diario El Peso] –(Edicion del 18/04/2011)


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Las sagas islandesas

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18032011

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Las sagas islandesas Empty Las sagas islandesas




Las sagas islandesas

Palabra afín a los verbos sagen y say (decir y referir) en alemán e inglés, saga significa “lo dicho”, “lo puesto en palabras” y, por extensión, cualquier narrativa o historia expresada en prosa. Más concretamente, éste es el término comúnmente utilizado para describir o, mejor dicho especificar, las narrativas en prosa de la Islandia medieval. Tales narrativas adoptaban formas muy diversas, pero su expresión más significativa la constituyen, sin duda, las denominadas Íslendingasögur o “sagas de los islandeses”, que relatan las vidas y los enfrentamientos de personajes y familias enteras durante la denominada Edad de las Sagas, entre 930 – 1030 d.C. Tales historias se pondrían por primera vez por escrito durante el siglo XIII y a principios del XIV. Las sagas familiares, como también se les denomina en ocasiones, constituyen la verdadera piedra angular de la literatura originaria de la Islandia medieval y forman asimismo parte de la literatura heroica de los pueblos germánicos. “Þú ert Grettir (1), þjóđin mín!” exclama el poeta: “¡Tú eres Grettir, oh pueblo mío!”, y ningún otro pueblo se ha sentido jamás más identificado con, o ha debido más a sus historias escritas, que los islandeses. Los relatos que nos hablan de desterrados perseguidos por un hado funesto, como Grettir o Gisli, o los que nos presentan las hazañas de Gunnar de Hlidarendi y Nial el de la quema, o de los habitantes de Laxardal, se alzan al mismo nivel, como obras en prosa, que creaciones poéticas de la talla de Beowulf o Maldon , el Cantar de los Nibelungos, el poema de Walthario o los versos éddicos de Helgi y Sigrun. Esta doble relevancia, nativa y germánica, refuerza su alto valor literario y su interés humano, convirtiendo a las sagas de los islandeses en uno de los más valiosos legados de la literatura europea medieval.

La colonización de Islandia

Los escandinavos descubrieron Islandia sobre el año 860 y pronto comenzaría su asentamiento permanente. Ingolf Arnarson ocuparía las tierras en torno a la moderna Reykiavik tan sólo catorce años más tarde. Aquellos primeros colonos encontraron una isla desierta, habitada tan sólo por algunos ermitaños irlandeses en la zona de Papey (2), en el sureste. En todo caso, aquélla era una isla tan desierta y tan remota que, como se nos relata en la Saga de Egil, “los animales vagaban a sus anchas por los terrenos de caza, ya que los hombres les eran desconocidos”. Para 930, los terrenos fértiles de las zonas costeras y los valles habitables (en conjunto, no más de una sexta parte de la superficie de este formidable territorio de fuego y hielo) bullían bajo el fragmentado liderazgo de jefes emigrados principalmente del occidente noruego, refugiados ante el avance conquistador de Harald, el de la hermosa cabellera. Otros descendían de linajes escandinavos, o celto-escandinavos, asentados tiempo atrás en Irlanda o las islas Hébridas, Órcadas o Shetland. No se ha determinado aún, y continúa por ello siendo causa de no escasa polémica, el grado exacto de influencia céltica sobre el corpus subsiguiente de literatura islandesa. En todo caso, resulta constatable el alto nivel social de buena parte de los recién llegados. Se daba entre ellos un alto porcentaje de familias nobles y, por eso mismo, poco o nada acostumbradas a obedecer a otros líderes que a sí mismos. Sobre la base de estos primeros colonos, independientes, de fuerte carácter, vigorosos, herederos, mantenedores y transmisores de una rica y vibrante cultura, puede afirmarse que ningún otro país habrá podido estar, con motivos tan razonados, más orgulloso que Islandia de sus padres fundadores.

Sin embargo, sobre dicha cultura se impusieron de inmediato las limitaciones materiales. Las artes visuales, florecientes tanto en Escandinavia como en Irlanda, carecían en Islandia de piedra que labrar, madera que grabar o metal que fundir. La arquitectura quedaba asimismo fuera de su alcance y carecemos de datos que nos permitan afirmar que se trataba de gentes especialmente dadas a la música. Su expresión artística debía, por lo tanto, plasmarse en palabras y, por un singular golpe de suerte, muchas de tales palabras pudieron ser preservadas. Los largos y oscuros inviernos proporcionaban, quisiérase o no, tiempo libre en abundancia y la necesidad de matar a gran parte del ganado al principio de la estación, para poder alimentar al resto con el escaso forraje almacenado, aseguraba un amplio suministro de pieles de becerro para la fabricación de vitela, la clase superior de pergamino. La introducción del cristianismo en el año 1000 conllevaría, a su vez, la difusión de un alfabeto común y de un formato convencional al que adecuar las antiguas historias. Iniciada entre obispos y magnates, pero extendida a no tardar entre los pobladores de toda la isla, la transcripción de estos relatos se llevaría a cabo a una escala sin precedentes. Hoy en día existen aún alrededor de 700 manuscritos o fragmentos de manuscritos islandeses en vitela, y estos, en palabras de Sigurđur Nordal , no son sino “los pobres restos del naufragio de una flota orgullosa” (3) que, según las más cautas estimaciones, se calcula haya podido ser al menos diez veces mayor.

Los temas de la literatura medieval islandesa

El contenido de alguna de estas obras es bien conocido. Contamos con preciados volúmenes que reúnen los poemas éddicos (el mero hecho de su migración parece haber convertido a los islandeses en guardianes celosos de la poesía heroica y mitológica escandinava); tenemos también la obra historiográfica de Snorri Sturluson; la Edda en prosa; el Heimskringla o Vida de los reyes de Noruega; las sagas familiares y þættir, o historias cortas interpoladas, unas 120, junto con los versos escáldicos que las acompañan; las fornaldarsögur, o relatos de los tiempos y héroes de antaño, de los cuales la Völsunga Saga o Saga de los volsungos es el representante más destacado. Menos familiares para los lectores no especializados resultarán los textos básicos de la Historia islandesa, tales como el Landnámabók o Libro del Asentamiento; el Libellus Islandorum de Ari el Sabio, el “padre de la Historia islandesa”, y el primero, según Snorri , en escribir obras eruditas en islandés; las sagas de obispos o biskupasögur; y esa secuencia dramática de la Historia de Islandia durante los siglos XII y XIII titulada Sturlunga Saga o Saga de los sturlungos.

Existe además un inmenso corpus literario formado por otras obras de carácter muy diverso, gran parte del cual resulta difícil de descubrir a la sombra de estos frutos del impulso literario nativo. Los islandeses medievales destacaron, entre otras muchas cosas, como traductores y adaptadores de obras extranjeras. Adaptaron a su propio idioma a autores desde Salustio a Godofredo de Monmouth; existen voluminosas colecciones de historias y sucesos relativos a la Virgen María, los santos (incluyendo a Tomás de Becket) y los apóstoles; contamos con abundante literatura homilética y los tesoros de los romanceros del sur fueron a menudo visitados para la composición de las “sagas” de Gawain y Owain, Flores y Blancaflor. La impresión general derivada de toda esta abundancia es una de actividad tan intensa como continuada. Un caudaloso y bravío torrente de palabras – creativo, informativo, derivativo – que fluye desde unas mentes ansiosas y ávidas hasta desembocar en un océano de pergaminos.

¿Sagas populares, o sagas de autor?

Las sagas eran, según mencionábamos, literatura escrita. Merece la pena, por varias razones, hacer hincapié en este punto. Es cierto que las condiciones imperantes en la Islandia medieval favorecían especialmente el desarrollo de una tradición narrativa y oral, y no faltan ejemplos bien conocidos acerca de la recitación de historias ante reyes extranjeros, o con ocasión de reuniones privadas y asambleas públicas en la propia Islandia. Si bien es cierto que la tradición oral supone la inmensa mayoría de la materia prima con la que se compusieron las sagas, no resulta ya posible mantener la opinión de que éstas no sean sino la mera transcripción de aquélla. En palabras de Björn M. Ólsen: “Cuanta más atención dedicamos al estudio de las sagas, más claro resulta que se trata de obras de arte, plasmadas sobre la vitela por la pluma de un artista, y que tras ellas no existe una tradición oral unificada que haya dado forma por completo a cada saga concreta, sino únicamente una masa de relatos orales separados que el autor debe unir unos con otros, y de los que selecciona el material final que dará forma a su resultado final.” Es más, asimismo somos cada vez más conscientes de la importancia que tienen, para las sagas, las fuentes escritas, tanto nativas como extranjeras, históricas, legendarias, homiléticas y ejemplares. De esta manera, podemos rastrear el origen último del relato del unípedo de la Saga de Erico el Rojo en Isidoro de Sevilla; y el sueño de Thorstein en Gunnlaug Lengua de Víbora y el episodio de los Habitantes de Vapnfjord en el que Helgi Aguijón se gana su sobrenombre derivan ambos de la Trójumanna Saga, el relato islandés de la guerra de Troya. Por otra parte, porciones considerables de diversas sagas muestran una concordancia perfecta con el Landnámabók y el Libellus Islandorum de Ari, de manera que puede demostrarse que su redacción se basó en dichos relatos históricos.

La tercera de las fuentes principales utilizada por los redactores de las sagas son los versos y poemas, compuestos según métricas tan estrictas que los preservaron de la corrupción. A menudo un simple verso incorpora una anécdota o una historia y en Gunnlaug Lengua de Víbora, una sucesión de versos son toda una saga. Pero aquí también debemos recordar que a un escritor de sagas se le suponía dominio, y no sólo uso, de los materiales que utilizaba en su tarea, y que sólo un lector muy inocente supondría que todos y cada uno de los versos presentes en una saga serían auténticos, compuestos en el siglo décimo. De esta manera, fuera quien fuese el autor de los versos oníricos de Gunnlaug Lengua de Víbora, éstos no fueron desde luego compuestos ni por Gunnlaug ni por Hrafn, quienes ya llevaban al menos doscientos años muertos, mientras que en la prosa, nuestro autor calla acerca de una cuestión aparentemente tan importante para lo tratado en los versos como es el hecho de que Thorstein desposara a Helga con Hrafn únicamente por la fortuna de éste.

Las sagas como documentos históricos

Por todo ello no podemos considerar las sagas como documentos históricos estrictamente hablando. En ocasiones, sus materiales son históricos de manera precisa y exacta; más a menudo se trata de reinterpretaciones de hechos históricos (si incluimos en esta categoría tanto las fuentes escritas como orales) con cuya finalidad se pretende tanto deleitar como instruir; en otras ocasiones los hechos narrados se separan por completo, o casi, de los hechos históricos tal y como los conocemos por otras fuentes fiables. Existen también, desde luego, sagas obviamente no históricas, completamente ficticias, lygisögur, que no es necesario traer ahora a colación. Uno de los aspectos más sorprendentes de los recientes estudios sobre las sagas reside en el ejercicio de evaluación imparcial acerca de su valor histórico: numerosas asunciones tradicionalmente aceptadas han debido desecharse por completo y muchos prejuicios aceptados desde antiguo han sido asimismo descartados. Así, ha podido probarse que los sucesos narrados en Hrafnkel el sacerdote de Frey, saga considerada durante largo tiempo relato fiel de hechos pasados, tienen poco que ver con la realidad histórica pudiéndose considerar esta obra, de hecho, como una excelente novela realista, obra de un creativo autor. Thorir de las gallinas se considera hoy en día como un ejemplo en el que el autor se permitió considerables licencias históricas y geográficas. Gunnlaug Lengua de Víbora supone una reescritura elaborada y romántica de otra historia más antigua, y su autor muestra una fuerte influencia de las ideas caballerescas y las actitudes cortesanas de los países del sur. Como conclusión, no podemos dar por sentada la veracidad histórica de las sagas. Más bien en cada caso deberíamos realizarnos la siguiente pregunta: ¿se trata de Historia, tal vez presentada de manera libre y puede que incluso interesada, o de un producto de la imaginación basado en la tradición oral y en fuentes escritas? Obtendremos como respuesta una de esas dos opciones, por ejemplo, en el caso de las sagas de Hrafnkel y Gunnlaug y otra bien distinta para la saga de Erico el Rojo. En este último caso, cuanto más se profundiza en la investigación histórica, con más pruebas contamos acerca de la veracidad de los viajes de Erico, Leif y Karlsefni.

La técnica literaria de las sagas

Las sagas se caracterizan por el recurso a coloquios de frases cortantes y sus personajes se van definiendo por sus acciones y gestos, a un ritmo rápido, sin monólogos ni descripciones sentimentales. Magnus Magnusson destaca el siguiente ejemplo de economía textual (que, sin embargo, transmite volúmenes de información) en su introducción a la Saga de Njal: (Skarp-Hedin y Hogni parten por la noche para vengar a Gunnar en el capítulo 79) “Les siguieron dos cuervos durante todo el camino.”

Se trata de narraciones de estilo objetivo, directo, modelado sobre el habla coloquial, que recurren a frases breves y sencillas sobre las que destacan en sus momentos de tensión los actos audaces de los personajes. Así se retratan sobre un fondo de pasiones simples los héroes y los villanos, que a menudo no pueden definirse como tales de manera completa. Sus escenas violentas no tienen nada que envidiar a las actuales películas épicas o a las novelas modernas de intriga y acción.

La trama de las sagas suele escindirse en episodios con numerosos actores. Los motivos básicos del entramado se repiten: genealogías de los personajes, con profusión de nombres (como emplearía luego Tolkien en sus obras, siguiendo precisamente las convenciones de este género) y escenas típicas, bodas, viajes, batallas, traiciones, maldiciones, venganzas, compensaciones por la sangre de los muertos, pleitos y pactos, combates, amores fatales, bruscas muertes. Pero, sobre todo, esa espiral de violencia tan familiar en todo el occidente medieval, en la que los enfrentamientos entre personajes o familias se prolongan a lo largo de generaciones. Junto a los héroes, audaces y truculentos, actúan algunas mujeres en extremo peligrosas por lo manipuladoras. Aunque alguna vez se menciona a los viejos dioses, éstos, los de las Eddas, permanecen al margen de las sagas, si bien de cuando en cuando se entrevera algún motivo fantástico o mágico, especialmente bajo la forma de sueños proféticos, y el realismo imperante admite lo sobrenatural porque como dice Borges “narradores y oyentes creían en fantasmas y magias”.

El carácter humano en las sagas: La elección de “lo correcto” y el hado funesto

Como decíamos más atrás, las sagas forman parte de la literatura heroica de los pueblos germánicos. Suponen la contrapartida en prosa (y, por lo general, sin pretensiones) de la poesía heroica germánica. El motivo reside en la concepción heroica por parte de los islandeses del carácter y la acción humanos. La visión que tenían los hombres y mujeres que aparecen en las sagas tanto del destino como de lo que debe hacerse para afrontarlo era relativamente simple. No resultaría exagerado afirmar que la suya era una apreciación estética de la conducta humana. No existe sino una sola manera adecuada de proceder: puede que sus resultados sean terribles, odiosos, pero lo que ha de hacerse es en sí mismo más importante que las consecuencias que de ello se puedan derivar. En la Saga de la quema de Nial, Flosi quema vivos a Nial y a sus hijos, así como a otras personas incluido un niño de corta edad, y no porque lo desee o se complazca en ello; odia, de hecho, lo que considera que debe hacer, pero el destino le ha colocado en una posición donde no puede elegir hacer otra cosa. Así que lo hace. En cierta medida, se trata del dilema trágico tan familiar en el héroe germánico: su elección no ofrece posibilidades entre el bien y el mal, sino entre dos males, y no se halla en su mano renegar de la misma. Por otra parte, se trata también de una interpretación propia de las sagas acerca del carácter y del destino, de su fatalidad: ser sabedor del hado que le espera a uno mismo y aceptarlo, con esas curiosas implicaciones estéticas acerca de lo que ha de llevarse a cabo. Esto y no otra cosa es lo que convertía a una persona en personaje de saga, en alguien acerca de quien valía la pena contar una historia. Así, por ejemplo, los personajes principales de Los habitantes de Vapnfjord llevan a la práctica sus estratagemas mortales como si de un ballet se tratara: Helgi Aguijón, arrogante, infeliz, decidido, será asesinado por el inexorable, acomodaticio y cauto Geitir; más adelante Bjarni, a pesar de todos sus nobles instintos (presentados en detalle tanto al final de esta saga como en Thorstein golpeado por el bastón) resulta conducido de manera fatal, como si de un sonámbulo se tratara, hasta la culminación de la amarga venganza; y el hijo de Geitir, Thorkel, acechará y atrapará a su vez a su presa. Incluso la traición que comete Hrafn el escaldo con Gunnlaug cuando le lleva agua para beber está bien hecha, ya que es lo que debía hacer. Y recordamos el nombre de Bjarni Grimolfsson no tanto porque navegara hasta América, sino porque cedió su lugar en el bote salvavidas a otro hombre más preocupado que él mismo por seguir vivo. El precio de tales gestos era la muerte cierta, pero el nombre del superviviente no merecía ser recordado. Éste no era sino un mero instrumento en la hora de la verdad de Bjarni. La muerte, es cierto, no debía ser activamente buscada, pero tampoco evitarse si con ello un hombre sufría menoscabo en su honor. Es por ello, no por falso orgullo ni por necedad, que Eyvind Bjarnason no se huirá a uña de caballo de su persecutor, Hrafnkel, duro exponente del ideal heroico, que puede administrar sus tiempos sabedor de que su oportunidad acabará llegando. Hrafnkel se conoce tan bien a sí mismo como al proverbio que reza: “Un esclavo se venga de inmediato, un cobarde jamás.”

La Saga de Nial

La Saga de (la quema de) Nial es la más conocida de las sagas islandesas y, según coincide la mayoría de los críticos, supone el culmen de esta literatura. Se dan en ella pasajes de tensión épica y feroz dramatismo como la muerte de Gunnar, asaltado por sus muchos enemigos, o la del sabio y viejo Nial, abrasado en el incendio de su casa. Abundan en ella esos diálogos escuetos y afiladas, tan característicos del género, como el de Thorgrim, al caer del tejado, herido de muerte, cuando le preguntan: "¿Está Gunnar en casa?", y él responde: "Averiguadlo vosotros. Su lanza sí estaba". O cuando, a continuación, en el asedio de su casa, Gunnar se vuelve a su mujer para pedirle que se corte unos cabellos para remplazar la cuerda de su arco, y ella le pregunta si se trata de una cuestión de vida o muerte, y cuando él lo afirma, ella le recuerda una bofetada antigua y lo deja morir espada en mano. Cuando los enemigos de Gunnar piden luego a su madre tierra para enterrar a dos muertos, la anciana responde: "Sí para esos dos, pero hubiera preferido darla para todos vosotros".

A modo de conclusión

La primera república islandesa, de 860 a 1264, que incluye un epílogo literario que se prolongará otros setenta años, supone un hito señalado en la historia de la cultura. No podemos sino admirarnos de que una sociedad tan pequeña (nunca más de 70.000 personas), habitando una isla remota y pobre, debiendo subsistir bajo condiciones de extrema dureza, pudiera ser capaz de hacer fructificar de suelo tan pobre una cosecha tal de poesía, historia y saga. Inopiam ingenio pensant (4). Este adagio de Saxo Gramático, de ochocientos años de antigüedad, se revela preñado de exactitud. Y, ¿qué amante de Islandia y de las sagas lo contradiría? Lo que aportaron los normandos a la guerra y al gobierno, sus hermanos del norte lo hicieron a las enemistades a muerte y a la literatura, y sus mayores victorias pueden encontrarse en los pergaminos.

NOTAS:

(1) Grettir Ásmundarson, guerrero islandés declarado proscripto, cuya vida, probablemente ficticia, se relata en la Grettis saga (también conocida como Grettla, Grettir's Saga o, entre nosotros, como la Saga de Grettir el fuerte).

(2) Ermitaños de los que se nos dice que abandonaron la isla “ya que no querían compartirla con los paganos”. No tenemos motivos para creerlo a pies juntillas, pero tampoco para poder defender lo contrario.

(3) Tras generalizarse en Islandia el empleo del papel para la producción de libros, continuaron realizándose copias de las sagas y los manuscritos en vitela, aunque preciados todavía como reliquias familiares, perdieron su utilidad. Muchos de ellos fueron destruidos o reciclados. Se han encontrado fragmentos empleados como encuadernaciones, suelas de zapato y patrones para cortar vestidos. El golpe final probablemente lo supuso la pérdida de un barco cargado de manuscritos islandeses que se dirigía a Dinamarca y naufragó en 1682. Cuando Árni Magnússon (1663-1730), el gran erudito islandés, intentó catalogar lo que se había perdido en ese naufragio recibió como respuesta: “un cargamento de manuscritos para la basura.”

Tal vez pueda ilustrarse el destino de lo que fuera (aún más) rica literatura medieval islandesa a través de las peripecias de la que tal vez sea la saga más antigua de todas, la Heiðarvígasaga o Saga de las Muertes del Páramo. En el siglo XVII se conservaba una sola copia manuscrita sobre vitela de esta saga, que acabaría en Suecia junto con otros manuscritos, pero para entonces la primera parte de la obra se había perdido y se desconocía su número original de páginas. Árni Magnússon consiguió parte del manuscrito (la parte central de la saga) en préstamo para ser copiado, pero tanto copia como original perecerían en el Gran Incendio de Copenhague de 1728 (incendio que acabó con la práctica totalidad de la obra de Magnússon y que, indirectamente, acabaría provocando su muerte por la profunda pena que esto le provocó). El secretario de Árni Magnússon reescribiría de memoria esa parte de la saga y, a finales del siglo XVIII, la parte final de la misma sería redescubierta en Estocolmo, si bien con una de sus páginas perdida de manera irremediable… hasta su hallazgo en Islandia hace unos pocos años. Se trata desde luego de un caso extremo, pero otras muchas obras han desaparecido por completo y sólo sabemos de su existencia, en el mejor de los casos, por referencias de otras obras que sí han llegado hasta nosotros.

(4) “[Los islandeses] compensan la pobreza con el ingenio.”


* LISTA ACTUALIZADA DE LAS SAGAS Y OTROS TEXTOS DE TEMA NÓRDICO TRADUCIDOS AL ESPAÑOL:

http://www.manuelvelasco.com/webs/eldrakkar/libros/biblio.htm


** NOTA BIBLIOGRÁFICA:

Para la redacción de este texto se ha partido de la traducción original (© Hartza 2008) de la introducción de Gwyn Jones para su edición de Eirik the Red and other Icelandic Sagas, Oxford, 1961.

La traducción española de ciertos fragmentos de las sagas citadas se ha tomado del capítulo dedicado a las sagas de Borges, J.L., "Literaturas germánicas medievales", en Jorge Luis Borges. Obras completas en colaboración, 4ª ed., Emecé, 1997.

(© Hartza 2008)


*** DE (OBLIGADO) INTERÉS PARA LECTORES DE SAGAS CON DOMINIO DEL INGLÉS:

The Thirteenth International Saga Conference
Durham and York, 6th-12th August, 2006
Major Theme: The Fantastic in Old Norse / Icelandic Literature
Secondary Theme: Sagas and the British Isles, especially Northumbria
http://www.dur.ac.uk/medieval.www/sagaconf/home.htm

(Los artículos presentados en esta conferencia pueden encontrarse en la sección pre-prints)

The 14th International Saga Conference, Uppsala 2009
http://www.saga.nordiska.uu.se/
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Las sagas islandesas :: Comentarios

protion9

Mensaje Dom Mayo 22 2011, 12:35  protion9

Me lo apunto en lecturas pendientes.

El otro día me terminé el libro de sagas de Odd Flechas y de Hrólf Kraki de la editorial Gredos. La verdad es que me quedé con ganas de más. Fue una suerte encontrar el libro.

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Hartza

Mensaje Dom Mayo 22 2011, 12:42  Hartza

protion9 escribió:Me lo apunto en lecturas pendientes.

El otro día me terminé el libro de sagas de Odd Flechas y de Hrólf Kraki de la editorial Gredos. La verdad es que me quedé con ganas de más. Fue una suerte encontrar el libro.

Pues sí, porque las ediciones en español de las sagas tienen una tirada minúscula, y éstas salieron hace tiempo.

El único "truco" de la edición es que ninguna de ellas son "sagas islandesas": Son sagas nórdicas, punto. Pero de "islandesas" tienen entre nada y menos que nada.

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protion9

Mensaje Dom Mayo 22 2011, 12:54  protion9

Hartza escribió:
El único "truco" de la edición es que ninguna de ellas son "sagas islandesas": Son sagas nórdicas, punto. Pero de "islandesas" tienen entre nada y menos que nada.

Ya me parecía sospechoso que todo ocurriese en Noruega, Suecia y Dinamarca y no se hablase de Islandia.... Suspect

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