HISTORIA DE LA NACION CARAÍBA
Mar Mar 06 2012, 21:37 por Egho
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HISTORIA DE LA NACION CARAÍBA
PROLOGO
En este trabajo encarado con la seriedad que amerita toda historia y conclusiones propias fundamentadas en el análisis de documentación histórica, …
PROLOGO
En este trabajo encarado con la seriedad que amerita toda historia y conclusiones propias fundamentadas en el análisis de documentación histórica, …
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FALACIAS DE LA HISTORIA (I); YATASTO
Miér Jun 27 2012, 03:43 por Egho
Con este articulo prosigo en este nuevo foro la serie de falacias historicas inciadas en el viejo barco.
Espero que dentro de los próximos cinco siglos algún inquieto investigador nos "descubra" …
Espero que dentro de los próximos cinco siglos algún inquieto investigador nos "descubra" …
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A 203 AÑOS DE LA REVOLUCION FRUSTADA
Jue Mayo 30 2013, 02:15 por Egho
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Los 25 de Mayo, los criollos –en realidad los habitantes de Buenos Aires - festejan –yo no, pese a ser criollo- ese dia como el de la ruptura definitiva con los débiles lazos que nos …
Los 25 de Mayo, los criollos –en realidad los habitantes de Buenos Aires - festejan –yo no, pese a ser criollo- ese dia como el de la ruptura definitiva con los débiles lazos que nos …
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CORRUPCION SE ESCRIBE CON K
Jue Mayo 30 2013, 01:58 por Egho
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El sábado pasado, muchísimos idiotas útiles, alguno engañados y unos cuantos mafiosos festejaron los diez años de la “era” “K” ; 25 DE MAYO DE 2003- 25 DE MAYO DE 2013.-
Un gran …
Un gran …
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FALACIAS DE LA HISTORIA (IV)
Miér Jun 27 2012, 06:22 por Egho
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FALACIA DE LA HISTORIA IV
CARNE DE CAÑON
¿Podremos Llegar a Viejos? [SEPA/Diario El Peso] –(Edicion del 18/04/2011)
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FALACIA DE LA HISTORIA IV
CARNE DE CAÑON
¿Podremos Llegar a Viejos? [SEPA/Diario El Peso] –(Edicion del 18/04/2011)
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HISTORIA DE UN LINAJE
:: AGORA :: CULTURA AMERICANA
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15032012
HISTORIA DE UN LINAJE
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VIDA de Don Santiago DE LINIERS - Virrey del RIO DE LA PLATA
PARTE I
El mártir por lealtad
SIGUE
VIDA de Don Santiago DE LINIERS - Virrey del RIO DE LA PLATA
Hasta hoy me parecía - y me parece aun- una osada y atrevida empresa escribir sobre la historia de la península, habiendo en este “barco” tantos y tan buenos conocedores de la historia de España.
Pero el caso es que escudriñando la Revolución de Mayo me encontré con viejos apuntes sobre Santiago de Liniers y bibliografía afín, y como en realidad la historia narrada comienza en América me decidí por esta audaz aventura.
Esta historia conlleva la virtud de no contar con comentarios o puntos de vista de mi autoría, habiéndome limitado a narrar hechos históricos
Agradeceré a los lectores que si en algo me he equivocado o hay datos erróneos me lo hagan notar, va a enriquecer mis escasosconocimientos de la historia de la “madre patria”.
Pero el caso es que escudriñando la Revolución de Mayo me encontré con viejos apuntes sobre Santiago de Liniers y bibliografía afín, y como en realidad la historia narrada comienza en América me decidí por esta audaz aventura.
Esta historia conlleva la virtud de no contar con comentarios o puntos de vista de mi autoría, habiéndome limitado a narrar hechos históricos
Agradeceré a los lectores que si en algo me he equivocado o hay datos erróneos me lo hagan notar, va a enriquecer mis escasosconocimientos de la historia de la “madre patria”.
PARTE I
El mártir por lealtad
Santiago de Liniersnació en la ville de Niort , en la entonces provincia de Poitou, un 25 de Julio de 1753. Fue su padre Santiago Joseph Luis de Liniers -Caballero de Grand-Chaban de la Poussardiere, de Grand-Breuil y la Vallee, y su madre Enriqueta Teresa de Bremond.
Inicio su carrera militar en el regimiento de caballería Royal-Piemond, como alférez ayudante de campo del príncipe de Rohan.
La unión de las dos casas de Borbón -la de Luis XV y Carlos III –llamada pacto de familia- permitió que los franceses pudieran ingresar en los ejércitos españoles.
Fue así que Santiago de Linners –de 22 anos- en 1775 pasara a revistar bajo el pabellón español, en la Real Compañía de Caballeros Guardias de Marina, recibiendo despacho como alférez de fragata el 3 de marzo de 1776.
Siendo con posterioridad destinado al Río de la Plata como capitán de navío en 1788, comandante del Apostadero de Montevideo en 1796, Gobernador de Misiones en 1802, Jefe de la Escuadra en 1805.
Durante las invasiones inglesas al Río de Plata fue el jefe de la Reconquista en 1806, derrotando al general británico Bereford y en 1807 asumió la Defensa de Buenos Aires derrotando a Whitelook jefe de las fuerzas invasoras. Fue el penúltimo Virrey del Río de la Plata.
En 1810 después de la jornada del 25 de Mayo que derroco al Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, Liniers se replegó a Córdoba con un grupo de leales a la casa Borbón.
En Julio de 1810 la Junta de Gobierno de Buenos Aires organizo un pequeño ejército para que tomara en nombre del nuevo gobierno las gobernaciones del interior.
Este grupo partió hacia Córdoba por el camino Real y el 25 de Agosto sorprendió en Cabeza de Tigre al grupo liderado por Liniers, reduciéndolo.
El 26 de Agosto de 1810 en el paraje Monte de los Papagayos; Juan Gutiérrez de la Concha, Santiago de Liners, el coronel Santiago Alejo de Allende, Joaquín Moreno, el obispo Orellana y Victorino Rodríguez fueron condenados a muerte por orden del jefe de la expedición patriota Juan José Castelli.
A las dos y media de tarde de ese mismo día fueron fusilados; Liniers, Concha, Allende, Moreno y Rodríguez, al obispo Orellana -por su jerarquía sacerdotal- se le condono la pena muerte desterrándoselo a Carmen de Patagones, un lejano fuerte en extremo sur de la gobernación de Buenos Aires, sobre el río Negro, en la otra orilla comienza la Patagonia.
El teniente coronel Juan Ramón Balcarce dio la orden de fusilamiento y como Liniers, que se había negado a que le vendasen los ojos, cayo con vida fue rematado con dos disparos de pistola efectuados por el capitán Domingo French.
Así encontró el fin de sus días el héroe de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires ante los invasores ingleses.
El legado espiritual
Algunos días antes de este funesto fin, Liniers que había organizado en Córdoba la resistencia a la revolución en defensa de su Rey, recibió un mensaje enviado desde Buenos Aires por Martín de Sarratea, que además de revolucionario (fue miembro del primer triunvirato de gobierno) era su suegro.
Sarratea trató de persuadirlo para que abandonara su resistencia al gobierno de la revolución.
Pero Liniers se negó a ello, respondiéndole en carta fechada el 14 de Julio de 1810; “...no puedo ponderarle a Vuestra Merced el sentimiento que me ha causado el verle alucinado por los falsos principios de unos hombres que olvidando los principios más sagrados del Honor, de la Religión y de la Lealtad se han levantado contra el Trono, contra la Justicia y contra los Altares”.
“¿Como siendo yo general, un oficial quien en treinta y seis años he acreditado mi fidelidad y amor al Soberano, quisiera Usted que en el último tercio de mi vida me cubriese de ignominia quedando indiferente en una causa que es la de mi Rey; que por esta infidelidad dejase a mis hijos un nombre, hasta el presente intachable, con nota de traidor?”
“Por último, Señor, el que nutre a las aves, a los reptiles, a las fieras y los insectos proveerá a la subsistencia de mis hijos, los que podrán presentarse en todas partes sin avergonzarse de deber la vida a un padre que fuese capaz por ningún título de quebrantar los sagrados vínculos del honor, de la lealtad, y del patriotismo, y que si no les deja caudal, les deja a lo menos un buen nombre y buenos ejemplos que imitar”.
“Señor, estimaré comunique usted la presente a cuantos le pregunten por mí, que quiero que todo el mundo conozca mi modo de pensar, en la inteligencia que con el dogal al cuello, ni con la cuchilla sobre la garganta desmentiré estos sentimientos” General Santiago de Liniers-
En este patético documento Liniers lega a su prole su único patrimonio, el espiritual, para que les sirva de guía en sus venturosas existencias.
PARTE II
La descendencia
Como veremos en adelante el patrimonio espiritual que Santiago Liniers legó a su posteridad se proyectó con atávico influjo tanto en lalínea francesa como la española.
Después de la tragedia del Monte de los Papagayos la desdicha se proyecto con saña sobre la descendencia de don Santiago de Liniers,quien a la sazón era viudo, por lo que su prole debió afrontar en total desamparo el menosprecio e ingratitud de que fue objeto su ilustreprogenitor.
De los ocho hijos que tuvo el matrimonio Liniers-Sarratea solo tres quedaron en la Provincias Unidas del Río e Plata, los cinco restantes
prefirieron regresar a Europa.
Los tres que permanecieron en América fueron;
Maria del Carmen Rosario Liniers Sarratea, que había contraído nupcias con Juan Bautista Pericón de Vandeuil, cuya sucesión seproyecta en Buenos Aires hasta nuestros días.
Maria Dolores Enriqueta Liniers y Sarratea, quién falleció soltera.
Juan de Dios Liniers y Sarratea, por aquel entonces alumno pupilo del Colegio de Monserrat de Córdoba, quien falleció al año siguiente; el 11 de noviembre de 1811. Esta sepultado en la Iglesia del colegio.
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Los cinco que volvieron a Europa fueron:
José Atanasio Liniers; quien ingreso al cuerpo diplomático de España y fue Secretario de Legación y Encargado de Negocios ante elreino de Cerdeña.
Se caso el 10 de junio de 1823, en el Chateau Plessis Cherchemont con doña Olimpo de Jarnó y su descendencia se proyecta hasta la actualidad ostentando titulo condal. José Anastasio falleció en su castillo el 22 de abril de 1822.
Luis de Liniers; II conde de la Lealtad, fue el hijo primogénito, casado el 2 de marzo de 1815, con Rita Martínez de Junquera y Vélez de Guevara, falleció un año después en San Fernando, el 21 de febrero de 1816, dejando como único descendiente a Santiago de Liniers y Martínez de Junquera, III conde la Lealtad, muerto de corta edad por lo que no perpetúa esta línea primogénita ni la sucesión del título de Castilla, que recaerá en su tío, José Atanasio de Liniers.
Santiago Tomás María del Rosario de Liniers y Sarratea, nació en Montevideo el 6 de noviembre de 1799 cuando su padre, después de un largo desempleo, fue designado por el virrey Joaquín del Pino con el cargo de Gobernador Político y Militar de “los treinta pueblos de las Misiones”.
El 24 de agosto de 1810 –dos días antes de la ejecución de su padre- este niño de tan solo 10 años de edad, fue retirado del Colegio de Monserrat, de Córdoba, donde se encontraba pupilo, hasta que el 4 de octubre de aquel mismo año ingresónuevamente, esta vez gracias a una beca otorgada por el entonces Gobernador de Córdoba, Juan Martín de Pueyrredón.
Concluidos sus estudios se fue a Europa donde ingresó a la carrera de las armas, comenzando a prestar servicio bajo pabellón español,el 10 de enero de 1820 regresó a América, con destino en Perú, donde intervino, el 10 de noviembre de aquel mismo año, en la victoriosa batalla de Huancayo y pocos días después, el 14 de noviembre, en la toma de la ciudad de Huamanga.
Por esos mismos días participó en la acción de Cangallo. Al año siguiente, luego de actuar en Haura, le tocó intervenir en la penosa evacuación de Lima, para acampar en el Valle de Jauja, treinta y dos días después, luego de atravesar la cordillera de los Andes.
En agosto de 1821 formó parte de la expedición que tomó la fortaleza del Callao, acompañando al célebre brigadier José Canterac en suposterior retirada.
Actuó en las batallas de Ica y Moquegua donde fue activo protagonista a las órdenes de Canterac, hasta que, el 9 de diciembre de 1824, según quedó registrado en su propia foja de servicios “se halló en la desgraciada batalla de Ayacucho”,perdiéndose el último baluarte del poderío español en América.
Según opinión del general inglés Miller “la batalla de Ayacucho fue la más brillante que se dio en la América del Sur; las tropas de ambas partes se hallaban en un estado de disciplina que hubiese hecho honor a los mejores ejércitos europeos; los generales y jefes más hábiles de cada partido se hallaban presentes; ambos ejércitos ansiaban el combate y todo el mundo de uno y otro partido se batió no solo bizarramente sino a la desesperada”
En 1826 y en virtud de lo acordado en la capitulación firmada, en el mismo campo de batalla, por el brigadier José Canterac y el general Antonio José de Sucre, jefe de las tropas revolucionarias, regresó a España, arribando a la Coruña el 24 de agosto de 1826, permaneciendo en España hasta que perdió la vida tempranamente en un naufragio.
Un informe elevado a la Corte, el 7 de abril de 1827, para solicitar su ascenso al grado de Capitán, destacaba que su mérito particular era la fidelidad, cuando -dice el documento-, “siendo natural de Montevideo, como se ve en la copia de su fe de bautismo, [...] tiene en Buenos Ayres una parentela materna poderosa y gozaba en Lima una pensión de mil pesos anuales”, agregando que “todo lo ha perdido por no seguir al partido de los rebeldes [...]. Dejó su patria y sufre todos los males consiguientes [...]; abandonó su parentela y disgustándola de este modo perdió la esperanza y el derecho de suceder en sus bienes..”.
También mencionaba el documento que “no había en Europa una familia que más sangre haya derramado para contrarrestar las revoluciones modernas. En la guerra de la Vendée, donde se hallan los mayorazgos de su casa paterna, pereció la flor de sus parientes...”.
Mariano Tomás de Liniers y Sarratea, al igual que su hermano, ingresó al ejército español, el 10 de enero de 1820.
Fue destinado al Perú donde intervino en Huancayo, Huamanga, Cangallo, y la retirada de Lima hasta el campamento de Valle de Jauja.
En agosto de 1821 formo parte de la expedición al Callao y la posterior retirada. Después de la batalla de Moquegua (21-1-1823) fue ascendido a capitán.
El brigadier José Canterac informó al Virrey José de la Serna que “todos se distinguieron de un modo tan heroico, que su fama pasará a la posteridad”.
Junto a su hermano, intervino en la toma de la ciudad de Lima, el 21 de junio de 1823 y, en la posterior campaña hacia el sur, hasta caer derrotado en la batalla de Ayacucho.
Se embarco con su hermano rumbo España donde arribaron a la Coruña el 24 de agosto de 1826.
En España, Mariano Tomás de Liniers, revistó en el Regimiento de Cazadores a Caballo de la Guardia Real, con el grado de coronel de caballería, siendo ascendido a comandante del Escuadrón de Granaderos de la Guardia Real el 14 de octubre de 1837.
Contrajo nupcias, en Madrid el 7 de septiembre de 1841,con la burgalesa doña Caritina Luisa Gallo-Alcántara y Thomé del Castillo.
Mariano Tomás de Liniers concluyó su brillante carrera militar con el grado de coronel cuando a su pedido se le otorgó el retiro en 1843. Falleció en Burgos el 3 de septiembre de 1881.
La estampa recordatoria de su óbito dice: “El Ilmo. Señor D. Tomás de Liniers y Sarratea de Bremond, coronel de caballería, caballero, cruz y placa de la Real y Distinguida Orden de San Hermenegildo y de la primera clase de San Fernando, condecorado con varias cruces y medallas por mérito de guerra, ha fallecido en su casa de Burgos el día 3 del corriente, después de haber recibido los Santos Sacramentos.
Doña Caritina Gallo-Alcántara y Thome, viuda; D. Santiago y D. Feliciano, hijos; Da. María Teresa de Muguiro y Cerrajería, hija política; D. Santiago, D. Juan José y D. Enrique, nietos; el conde de Liniers, hermano; los sobrinos, primos y demás parientes, ruegan a sus amigos se sirvan encomendarle a Dios.
Todas las misas que se celebren en el Oratorio del Espíritu Santo el martes 6 del corriente se aplicarán por el eterno descanso de su alma.
Este matrimonio fundó la línea española de este apellido que se sucedió en sus dos hijos: Santiago Enrique de Liniers y Gallo-Alcántara, nacido en Madrid el 23 de junio de 1842 y Feliciano de Liniers y Gallo-Alcántara, nacido también en Madrid el 15 de abril de 1847, muerto soltero sin posteridad.
Santiago Enrique de Liniers y Gallo-Alcántara, fue un notable personaje en la política española, desde muy joven se incorporó al carlismo que defendió en varios artículos publicados en el periódico satírico La Gorda, que fundara con Juan José Herranz y José María Bremon.
También colaboró en La Margarita y en el órgano carlista La Esperanza, cuyo director era su tío político, don Pedro de la Hoz.
Llegado los tiempos de la Restauración, abandonó las filas carlistas para fundar, junto con otros, el diario Unión Católica que apoyó al movimiento político católico-liberal conducido por el célebre político Antonio Cánovas del Castillo.
Fue gobernador civil de Madrid de 1899 a 1900, Diputado y Senador vitalicio desde 1900. Académico de la Lengua, formó parte de la Comisión especial para la reforma del Diccionario publicado por esa corporación.
Es autor de un curioso artículo titulado “La Filocalia o arte de distinguir a los cursis de los que no lo son”.
Por Real Despacho del 30 de agosto de 1900 se le concedió el título español de Conde de Liniers, también vistió el hábito de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza.
Casado con doña María Teresa de Muguiro y Cerrajería, de la Real Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa, terminó sus días en Madrid el 12 de mayo de 1908, dejando descendencia que perpetúa el título que distingue a esta línea familiar.
Inicio su carrera militar en el regimiento de caballería Royal-Piemond, como alférez ayudante de campo del príncipe de Rohan.
La unión de las dos casas de Borbón -la de Luis XV y Carlos III –llamada pacto de familia- permitió que los franceses pudieran ingresar en los ejércitos españoles.
Fue así que Santiago de Linners –de 22 anos- en 1775 pasara a revistar bajo el pabellón español, en la Real Compañía de Caballeros Guardias de Marina, recibiendo despacho como alférez de fragata el 3 de marzo de 1776.
Siendo con posterioridad destinado al Río de la Plata como capitán de navío en 1788, comandante del Apostadero de Montevideo en 1796, Gobernador de Misiones en 1802, Jefe de la Escuadra en 1805.
Durante las invasiones inglesas al Río de Plata fue el jefe de la Reconquista en 1806, derrotando al general británico Bereford y en 1807 asumió la Defensa de Buenos Aires derrotando a Whitelook jefe de las fuerzas invasoras. Fue el penúltimo Virrey del Río de la Plata.
En 1810 después de la jornada del 25 de Mayo que derroco al Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, Liniers se replegó a Córdoba con un grupo de leales a la casa Borbón.
En Julio de 1810 la Junta de Gobierno de Buenos Aires organizo un pequeño ejército para que tomara en nombre del nuevo gobierno las gobernaciones del interior.
Este grupo partió hacia Córdoba por el camino Real y el 25 de Agosto sorprendió en Cabeza de Tigre al grupo liderado por Liniers, reduciéndolo.
El 26 de Agosto de 1810 en el paraje Monte de los Papagayos; Juan Gutiérrez de la Concha, Santiago de Liners, el coronel Santiago Alejo de Allende, Joaquín Moreno, el obispo Orellana y Victorino Rodríguez fueron condenados a muerte por orden del jefe de la expedición patriota Juan José Castelli.
A las dos y media de tarde de ese mismo día fueron fusilados; Liniers, Concha, Allende, Moreno y Rodríguez, al obispo Orellana -por su jerarquía sacerdotal- se le condono la pena muerte desterrándoselo a Carmen de Patagones, un lejano fuerte en extremo sur de la gobernación de Buenos Aires, sobre el río Negro, en la otra orilla comienza la Patagonia.
El teniente coronel Juan Ramón Balcarce dio la orden de fusilamiento y como Liniers, que se había negado a que le vendasen los ojos, cayo con vida fue rematado con dos disparos de pistola efectuados por el capitán Domingo French.
Así encontró el fin de sus días el héroe de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires ante los invasores ingleses.
El legado espiritual
Algunos días antes de este funesto fin, Liniers que había organizado en Córdoba la resistencia a la revolución en defensa de su Rey, recibió un mensaje enviado desde Buenos Aires por Martín de Sarratea, que además de revolucionario (fue miembro del primer triunvirato de gobierno) era su suegro.
Sarratea trató de persuadirlo para que abandonara su resistencia al gobierno de la revolución.
Pero Liniers se negó a ello, respondiéndole en carta fechada el 14 de Julio de 1810; “...no puedo ponderarle a Vuestra Merced el sentimiento que me ha causado el verle alucinado por los falsos principios de unos hombres que olvidando los principios más sagrados del Honor, de la Religión y de la Lealtad se han levantado contra el Trono, contra la Justicia y contra los Altares”.
“¿Como siendo yo general, un oficial quien en treinta y seis años he acreditado mi fidelidad y amor al Soberano, quisiera Usted que en el último tercio de mi vida me cubriese de ignominia quedando indiferente en una causa que es la de mi Rey; que por esta infidelidad dejase a mis hijos un nombre, hasta el presente intachable, con nota de traidor?”
“Por último, Señor, el que nutre a las aves, a los reptiles, a las fieras y los insectos proveerá a la subsistencia de mis hijos, los que podrán presentarse en todas partes sin avergonzarse de deber la vida a un padre que fuese capaz por ningún título de quebrantar los sagrados vínculos del honor, de la lealtad, y del patriotismo, y que si no les deja caudal, les deja a lo menos un buen nombre y buenos ejemplos que imitar”.
“Señor, estimaré comunique usted la presente a cuantos le pregunten por mí, que quiero que todo el mundo conozca mi modo de pensar, en la inteligencia que con el dogal al cuello, ni con la cuchilla sobre la garganta desmentiré estos sentimientos” General Santiago de Liniers-
En este patético documento Liniers lega a su prole su único patrimonio, el espiritual, para que les sirva de guía en sus venturosas existencias.
PARTE II
La descendencia
Como veremos en adelante el patrimonio espiritual que Santiago Liniers legó a su posteridad se proyectó con atávico influjo tanto en lalínea francesa como la española.
Después de la tragedia del Monte de los Papagayos la desdicha se proyecto con saña sobre la descendencia de don Santiago de Liniers,quien a la sazón era viudo, por lo que su prole debió afrontar en total desamparo el menosprecio e ingratitud de que fue objeto su ilustreprogenitor.
De los ocho hijos que tuvo el matrimonio Liniers-Sarratea solo tres quedaron en la Provincias Unidas del Río e Plata, los cinco restantes
prefirieron regresar a Europa.
Los tres que permanecieron en América fueron;
Maria del Carmen Rosario Liniers Sarratea, que había contraído nupcias con Juan Bautista Pericón de Vandeuil, cuya sucesión seproyecta en Buenos Aires hasta nuestros días.
Maria Dolores Enriqueta Liniers y Sarratea, quién falleció soltera.
Juan de Dios Liniers y Sarratea, por aquel entonces alumno pupilo del Colegio de Monserrat de Córdoba, quien falleció al año siguiente; el 11 de noviembre de 1811. Esta sepultado en la Iglesia del colegio.
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Los cinco que volvieron a Europa fueron:
José Atanasio Liniers; quien ingreso al cuerpo diplomático de España y fue Secretario de Legación y Encargado de Negocios ante elreino de Cerdeña.
Se caso el 10 de junio de 1823, en el Chateau Plessis Cherchemont con doña Olimpo de Jarnó y su descendencia se proyecta hasta la actualidad ostentando titulo condal. José Anastasio falleció en su castillo el 22 de abril de 1822.
Luis de Liniers; II conde de la Lealtad, fue el hijo primogénito, casado el 2 de marzo de 1815, con Rita Martínez de Junquera y Vélez de Guevara, falleció un año después en San Fernando, el 21 de febrero de 1816, dejando como único descendiente a Santiago de Liniers y Martínez de Junquera, III conde la Lealtad, muerto de corta edad por lo que no perpetúa esta línea primogénita ni la sucesión del título de Castilla, que recaerá en su tío, José Atanasio de Liniers.
Santiago Tomás María del Rosario de Liniers y Sarratea, nació en Montevideo el 6 de noviembre de 1799 cuando su padre, después de un largo desempleo, fue designado por el virrey Joaquín del Pino con el cargo de Gobernador Político y Militar de “los treinta pueblos de las Misiones”.
El 24 de agosto de 1810 –dos días antes de la ejecución de su padre- este niño de tan solo 10 años de edad, fue retirado del Colegio de Monserrat, de Córdoba, donde se encontraba pupilo, hasta que el 4 de octubre de aquel mismo año ingresónuevamente, esta vez gracias a una beca otorgada por el entonces Gobernador de Córdoba, Juan Martín de Pueyrredón.
Concluidos sus estudios se fue a Europa donde ingresó a la carrera de las armas, comenzando a prestar servicio bajo pabellón español,el 10 de enero de 1820 regresó a América, con destino en Perú, donde intervino, el 10 de noviembre de aquel mismo año, en la victoriosa batalla de Huancayo y pocos días después, el 14 de noviembre, en la toma de la ciudad de Huamanga.
Por esos mismos días participó en la acción de Cangallo. Al año siguiente, luego de actuar en Haura, le tocó intervenir en la penosa evacuación de Lima, para acampar en el Valle de Jauja, treinta y dos días después, luego de atravesar la cordillera de los Andes.
En agosto de 1821 formó parte de la expedición que tomó la fortaleza del Callao, acompañando al célebre brigadier José Canterac en suposterior retirada.
Actuó en las batallas de Ica y Moquegua donde fue activo protagonista a las órdenes de Canterac, hasta que, el 9 de diciembre de 1824, según quedó registrado en su propia foja de servicios “se halló en la desgraciada batalla de Ayacucho”,perdiéndose el último baluarte del poderío español en América.
Según opinión del general inglés Miller “la batalla de Ayacucho fue la más brillante que se dio en la América del Sur; las tropas de ambas partes se hallaban en un estado de disciplina que hubiese hecho honor a los mejores ejércitos europeos; los generales y jefes más hábiles de cada partido se hallaban presentes; ambos ejércitos ansiaban el combate y todo el mundo de uno y otro partido se batió no solo bizarramente sino a la desesperada”
En 1826 y en virtud de lo acordado en la capitulación firmada, en el mismo campo de batalla, por el brigadier José Canterac y el general Antonio José de Sucre, jefe de las tropas revolucionarias, regresó a España, arribando a la Coruña el 24 de agosto de 1826, permaneciendo en España hasta que perdió la vida tempranamente en un naufragio.
Un informe elevado a la Corte, el 7 de abril de 1827, para solicitar su ascenso al grado de Capitán, destacaba que su mérito particular era la fidelidad, cuando -dice el documento-, “siendo natural de Montevideo, como se ve en la copia de su fe de bautismo, [...] tiene en Buenos Ayres una parentela materna poderosa y gozaba en Lima una pensión de mil pesos anuales”, agregando que “todo lo ha perdido por no seguir al partido de los rebeldes [...]. Dejó su patria y sufre todos los males consiguientes [...]; abandonó su parentela y disgustándola de este modo perdió la esperanza y el derecho de suceder en sus bienes..”.
También mencionaba el documento que “no había en Europa una familia que más sangre haya derramado para contrarrestar las revoluciones modernas. En la guerra de la Vendée, donde se hallan los mayorazgos de su casa paterna, pereció la flor de sus parientes...”.
Mariano Tomás de Liniers y Sarratea, al igual que su hermano, ingresó al ejército español, el 10 de enero de 1820.
Fue destinado al Perú donde intervino en Huancayo, Huamanga, Cangallo, y la retirada de Lima hasta el campamento de Valle de Jauja.
En agosto de 1821 formo parte de la expedición al Callao y la posterior retirada. Después de la batalla de Moquegua (21-1-1823) fue ascendido a capitán.
El brigadier José Canterac informó al Virrey José de la Serna que “todos se distinguieron de un modo tan heroico, que su fama pasará a la posteridad”.
Junto a su hermano, intervino en la toma de la ciudad de Lima, el 21 de junio de 1823 y, en la posterior campaña hacia el sur, hasta caer derrotado en la batalla de Ayacucho.
Se embarco con su hermano rumbo España donde arribaron a la Coruña el 24 de agosto de 1826.
En España, Mariano Tomás de Liniers, revistó en el Regimiento de Cazadores a Caballo de la Guardia Real, con el grado de coronel de caballería, siendo ascendido a comandante del Escuadrón de Granaderos de la Guardia Real el 14 de octubre de 1837.
Contrajo nupcias, en Madrid el 7 de septiembre de 1841,con la burgalesa doña Caritina Luisa Gallo-Alcántara y Thomé del Castillo.
Mariano Tomás de Liniers concluyó su brillante carrera militar con el grado de coronel cuando a su pedido se le otorgó el retiro en 1843. Falleció en Burgos el 3 de septiembre de 1881.
La estampa recordatoria de su óbito dice: “El Ilmo. Señor D. Tomás de Liniers y Sarratea de Bremond, coronel de caballería, caballero, cruz y placa de la Real y Distinguida Orden de San Hermenegildo y de la primera clase de San Fernando, condecorado con varias cruces y medallas por mérito de guerra, ha fallecido en su casa de Burgos el día 3 del corriente, después de haber recibido los Santos Sacramentos.
Doña Caritina Gallo-Alcántara y Thome, viuda; D. Santiago y D. Feliciano, hijos; Da. María Teresa de Muguiro y Cerrajería, hija política; D. Santiago, D. Juan José y D. Enrique, nietos; el conde de Liniers, hermano; los sobrinos, primos y demás parientes, ruegan a sus amigos se sirvan encomendarle a Dios.
Todas las misas que se celebren en el Oratorio del Espíritu Santo el martes 6 del corriente se aplicarán por el eterno descanso de su alma.
Este matrimonio fundó la línea española de este apellido que se sucedió en sus dos hijos: Santiago Enrique de Liniers y Gallo-Alcántara, nacido en Madrid el 23 de junio de 1842 y Feliciano de Liniers y Gallo-Alcántara, nacido también en Madrid el 15 de abril de 1847, muerto soltero sin posteridad.
Santiago Enrique de Liniers y Gallo-Alcántara, fue un notable personaje en la política española, desde muy joven se incorporó al carlismo que defendió en varios artículos publicados en el periódico satírico La Gorda, que fundara con Juan José Herranz y José María Bremon.
También colaboró en La Margarita y en el órgano carlista La Esperanza, cuyo director era su tío político, don Pedro de la Hoz.
Llegado los tiempos de la Restauración, abandonó las filas carlistas para fundar, junto con otros, el diario Unión Católica que apoyó al movimiento político católico-liberal conducido por el célebre político Antonio Cánovas del Castillo.
Fue gobernador civil de Madrid de 1899 a 1900, Diputado y Senador vitalicio desde 1900. Académico de la Lengua, formó parte de la Comisión especial para la reforma del Diccionario publicado por esa corporación.
Es autor de un curioso artículo titulado “La Filocalia o arte de distinguir a los cursis de los que no lo son”.
Por Real Despacho del 30 de agosto de 1900 se le concedió el título español de Conde de Liniers, también vistió el hábito de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza.
Casado con doña María Teresa de Muguiro y Cerrajería, de la Real Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa, terminó sus días en Madrid el 12 de mayo de 1908, dejando descendencia que perpetúa el título que distingue a esta línea familiar.
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HISTORIA DE UN LINAJE :: Comentarios
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Bibliografía
Revista del Centro de Estudios Genealógicos de Buenos Aires. Año 3 / 4 , Nº 3 / 4, 1981-1982, p.131 a 159. Cfr,
Todo es Historia, Nº 223, p. 64 a 70.
Todo es Historia, Nº 322, p. 65 a 70.
Atienza, Julio. Barón de Cobos de Belchite. : Títulos Nobiliarios Hispanoamericanos. Aguilar, Madrid, 1947, p. 369.
Memorias del general Miller, citadas por el general Andrés García Camba en sus memorias, t.II, p. 338.
García Camba, Andrés.: Memorias del general García Camba. Para la Historia de las Armas españolas en el Perú. Dos tomos 1809-1821
y 1822-1825. Editorial América, Madrid, 1916. Apéndice tomo II, p.484.
Lozier Almazán : Liniers y su tiempo. Emecé Editores, 1989,p.9.
Archivo General Militar de Segovia. España. Dirección General de Caballería. Expediente personal de Mariano Tomás de Liniers.
Atienza Julio de, : Diccionario heráldico de apellidos y de títulos nobiliarios hispanoamericanos. Aguilar. Madrid, 1959, p.893.
Atienza, Julio de,: Títulos nobiliarios hispanoamericanos. Colección Crisol, Aguilar. Madrid, 1947, p.369.
Carulla Estrada, José María.: Biografía de D. Pedro de la Hoz. Imprenta La Esperanza, Madrid, 1866, p.13.
Lozier Almazán, Bernardo. : El Conde de Buenos Aires. La Nación, 4-5-1969.
Artagan, Barón : Carlistas de antaño. Biblioteca de La bandera regional. Barcelona, 1910, p. 120.
Alferez, Gabriel. : Historia del Carlismo. Editorial Actas. Madrid, 1995, p.58
Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera, Alfonso.: La Primera Guerra Carlista. Editorial Actas. Madrid, 1992, p. 487.
Coutant de Saisseval, Guy. : La Vendée y el Carlismo. El Boletín Carlista de Madrid, Nº 53.
Domingo-Arnau y José María de Rovira: Historia Carlista. “La Esperanza”. Epoca III, número 66, año XXVIII. Tarragona, España, p.12.
Wilhelmsen, Alexandra. : La formación del pensamiento político del carlismo (1810-1875).
Barreiro Gordillo, Cristina.: Un gigante desconocido para la historia. Revista Ahora, marzo-abril, 1998, Nº 32, p.28-29.
Varela de Luaces, Carlos : Balmes. La Esperanza -Maestrazgo, época III, Nº 49, año XXV, p.7.
José Antonio Gallego García: Carlistas madrileños (XVI). D. Vicente de la Hoz y de Liniers.
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PARTE III
La descendencia
María de los Dolores de la Cruz Concepción de Liniers y Sarratea; contaba escasos años cuando el destino hizo que abandonara tierras americanas en total estado de orfandad. Poco sabemos de su infancia hasta que, ya una joven veinteañera, contrajo matrimonio el 17 de agosto de 1825 en la madrileña parroquia de San Luis con don Pedro Pascual de la Hoz.
Pedro Pascual de la Hoz nació el 17 de mayo de 1800 en la villa de Espejo, de la andaluza provincia de Córdoba, en el linajudo hogar de don Vicente de la Hoz, Corregidor y Caballero de la Real Maestranza de Ronda, y de doña María Tecla de la Torre.
Don Pedro de la Hoz pasó gran parte de su infancia en la casa solariega que de sus padres en el pueblo de Penagos –Santander-, hasta que en 1808 ingreso al notable colegio de Villacarriedo “célebre por los hombres notables que de sus aulas salieron”.
Luego ingreso a la Universidad de Valladolid, donde cursó jurisprudencia hasta el año de 1818, para graduarse posteriormente en la prestigiosa Universidad de Alcalá de Henáres, cuando contaba tan solo diez y ocho años de edad.
Influenciado por las ideas en boga en los claustros universitarios, en que cursó sus estudios, Pedro de la Hoz, abrazo las ideas liberales.
Una vez recibido se lo designo como Secretario de Gobierno de León.
En 1822 abandono sus ideas liberales.
Según José María Carulla Estrada, la conversión política de Pedro de la Hoz se le debe; “en gran parte, a su prometida y luego esposa, María de los Dolores de Liniers, quien supo trasmitirle los principios tradicionalistas que recibiera de su padre”.
Por aquellos tiempos, Pedro de la Hoz, había adquirido notoriedad como articulista de buena pluma lo que llamó la atención de Don Fernando VII, quien lo nombró Director de la Gaceta de Madrid, y Juez Conservador de las oficinas de la Imprenta Real.
En 1831, se lo designo titular de la Fiscalía General de Correos, cargo que desempeñó hasta 1833, año en que, tras la muerte de Fernando VII, se quiebra la sucesión legítima al trono español, por la abolición de la ley sálica, concretada mediante la Pragmática signada por aquel monarca el 29 de marzo de 1830, que privó de la corona a su hermano el príncipe Don Carlos María Isidro de Borbón, Borbón Parma, recordado como Carlos V, de la dinastía carlista.
Así Isabel, una niña de tres años, bajo la regencia de su madre Doña María Cristina de Borbón – Dos Sicilias-, asumió los destinos de España, originando la primera de las tres guerras carlistas, declarada por quienes vieron en Don Carlos, no sólo un rey legítimo, sino una garantía de sus privilegios, de su fe religiosa y de sus convicciones políticas y sociales, representados por su consigna “Dios, Patria, fueros, Rey”.
En tanto los liberales se agruparon en torno a Isabel.
Así fue como la regencia de María Cristina, en nombre de su hija Isabel, ignoró la Ley de Sucesión que excluía a las mujeres en la línea sucesoria de la Corona.
Por aquellos días, los revolucionarios liberales canturreaban por las calles de Madrid estribillos tales como: “ Muera Cristo / Viva Luzbel / Muera Don Carlos / Viva Isabel ”.
Decidido partidario del legitimismo, Pedro de la Hoz renunció a todos sus cargos, quedando en la indigencia, por lo que debió emigrar con su familia a Francia, residiendo en el Chateau du Plessis-Cherchemont que, su cuñado, José Atanasio de Liniers, poseía en la Vendée.
Desde su residencia vandeana, en 1835, José Atanasio se manifestó partidario de Don Carlos V, reconociendo sus legítimos derechos a la corona española, actitud que nos testimonia la temprana adhesión al legitimismo de los descendientes de Santiago Liniers.
Según Guy Coutant de Saisseval, “era normal que entre carlistas y vandeanos los vínculos y ligaduras se entrelazaran y en las guerras carlistas todos se batieran por Dios y por el rey legítimo”, agregando que “en nuestros días, los carlistas y los vandeanos siguen siendo fieles a su idea, y permanecen unidos en los valores tradicionales de la Religión y de la Legitimidad.
Su papel es el de mantener las tradiciones a fin de que, con la ayuda de Dios, la sociedad vuelva a tomar el sentido de su destino que ha hecho a través de la historia la grandeza de sus respectivas Patrias”.
Durante su estadía en Francia escribió para varios periódicos parisinos, hasta que, en 1840, pudo regresar a su patria, estableciéndose en Burgos, donde adquirió gran prestigio en el ejercicio de la abogacía.
Según relata el historiador del carlismo José María de Domingo-Arnau y Rovira, “al concluir la guerra iniciada en 1833, el Carlismo comenzó la campaña de difusión doctrinal a través de la prensa para seguir presente en el ámbito nacional y divulgar su doctrina, y especialmente la defensa de la religión católica que sufría numerosos ataques de los revolucionarios de la época, enquistados en tareas de gobierno”.
El 1 de octubre de 1844, el brigadier Antonio de Arjona Tamariz fundó en Madrid el periódico La Esperanza que llevaba como subtítulo Diario Monárquico.
Un mes después Arjona lograba convencer a Pedro de la Hoz para que se hiciera cargo de la dirección del diario, función que, como veremos, ejerció durante dos décadas.
Según relata Carulla Estrada don Pedro de la Hoz; “era de estatura muy elevada, era de semblante expresivo y majestuoso; era su frente espaciosa; eran sus ojos azules, dulces y vivos; era su mirada penetrante, era su tez blanca y ligeramente sonrosada; era su figura noble y apuesta... Reunía también un porte distinguido, con tinte caballeresco y unos aires de gran señor que cautivaban y seducían...”.
La Esperanza fue fundada para defender los ideales tradicionalistas, fue el órgano oficioso del Carlismo, y al mismo tiempo combatía el liberalismo.
Cada ejemplar de La Esperanza constaba de cuatro nutridas páginas que contenían las siguientes secciones: extranjero, provincias, boletín del día, artículos de fondo, revista de la prensa, parte oficial, gacetilla.
Noticias políticas, espectáculos, bolsa y variedades, cuyo mejor tiraje se verificó en 1850, cuando ocupó el primer lugar en la circulación por correo.
Alexandra Wilhelmsen en su monumental obra La formación del pensamiento político del Carlismo (1810-1875) sostiene que “los escritores más importantes que criticaron el sistema liberal y contribuyeron al desarrollo gradual del pensamiento tradicionalista en este hito del Carlismo fueron Vicente Pou, Mariano Roquer, Magín Ferrer, Atilano Melguizo, Félix Lázaro García y Pedro de la Hoz”, llegando éste último a ser el más popular de estos autores.
Por su parte, el barón de Artagán confirma esta opinión cuando recuerda que ejerció el periodismo “con el talento, habilidad y maestría que en él reconocieron amigos y adversarios, pues unió a una inteligencia clara y a una imaginación viva, un corazón muy hermoso; Dios lo dotó de un carácter verdaderamente inquebrantable; resistió, cual valeroso soldado, durante muchos años, ataques y persecuciones de todo género [...] llegando a ser, quizás, el primer periodista de su época y un maestro insigne en las lides periodísticas, como lo reconocieron clara e hidalgamente los mismos liberales”.
El canónigo Jaime Balmes, buen amigo de Pedro de la Hoz, concluida la primera guerra Carlista, argüía que “un partido que resiste durante siete años a un gobierno establecido y poderosamente auxiliado por tres potencias (Inglaterra, Prusia y Portugal); un partido cuyos soldados brotan del país; un partido que, a pesar de tantas contrariedades, no puede ser vencido, ese partido debió tener grandes elementos de vida”.
Balmes puso su pluma al servicio del carlismo y del proyecto que propiciaba la unión matrimonial del conde de Montemolín , Carlos VI, el hijo del recordado Don Carlos María Isidro, Carlos V, con Isabel II, como única forma de remendar – porque no era otra cosa – la rotura dinástica.
Antonio Aparisi y Guijarro, que también prestó su apoyo a la consagración de aquel matrimonio, previendo el fracaso del proyecto salvador, lo advertía con sugestiva predicción, decía; “¿Sabéis cuál terrible cosa es un reino dividido y cual lamentable que haya una bandera que si bien hoy caída, puede alzarse algún día y un nombre invocar?” Aquella predicción se cumplió.
Con los años el Carlismo levantaría su bandera de las aspas de borgoña en dos sangrientas guerras.
Pedro de la Hoz, desde las páginas de La Esperanza, defendió aquella alternativa, sosteniendo en la edición del 11 de junio de 1845 que; “reconociendo, como no se puede menos, que la mayoría de la nación es, no digamos Carlista, sino monárquica-religiosa, es necesario confesar francamente que miraría con gozo indecible el matrimonio de S.M. con el conde de Montemolín”.
El 18 de junio de aquel mismo año volvía sobre el tema en cuestión diciendo que “este enlace [...] vendrá a ser la más pacífica resolución de la contienda dinástica, y al mismo tiempo una transacción razonable y justa”.
En sus notas referidas al sistema parlamentario, publicadas bajo el título Un monárquico a los parlamentarios, sostenía que “los gobiernos monárquicos-parlamentarios no son más que una invención transitoria, adoptada sin duda para facilitar a las naciones su paso desde la monarquía verdadera a la república”, agregando que “el más grave, el más irremediable, el más visible y repetido daño que bajo el orden constitucional ocasiona la doctrina de las mayorías, consiste en la importancia a que con ella se reduce el poder ministerial”.
Sobre la representatividad de las mayorías opinaba que “bien conocido es el carácter versátil, por no decir escandalosamente liviano y caprichoso de todas las mayorías. Nada más común en ellas que repudiar hoy el objeto que ayer acariciaban”.
Pedro de la Hoz, fue autor intelectual de los manifiestos de María Teresa de Braganza Borbón, Princesa de Beira, segunda esposa viuda de Carlos V.
Entre ellos la famosa Carta a los españoles, fechada el 25 de septiembre de 1864, cuya autoría se le reconoce a Pedro de la Hoz, en la que con la firma de la Princesa de Beira, se refiere a la opinión pública, asegurando que sus mayores “jamás hubieran podido imaginar que viniera un tiempo en que hombres que se dicen católicos, en lugar de aquellas verdades tomasen por fundamento social el fantasma de la opinión pública; esa opinión incierta, vacilante, vana, caprichosa, mudable, falsa”, agregando que “un gobierno que toma por regla la opinión pública, pudiendo ser y siendo con frecuencia falsa, cae en mil dislates y causa ruinas porque el fundamento es falso”.
Por aquel tiempo el célebre obispo de Seo de Urgel, príncipe gobernante de Andorra, Monseñor José Caixal Estradé, vicario general castrense del ejército de Carlos VII, junto con Pedro de la Hoz, fueron los más eficaces colaboradores de la Princesa de Beira para el desarrollo y difusión del pensamiento político Carlista.
Según el barón de Artagán, la fecundidad del pensamiento de Pedro de la Hoz “fue verdaderamente asombrosa por la multitud de materias que dilucidó y por el número de escritos que dio a la estampa, [...] publicando diariamente artículos tan extensos como profundos y elegantes”.
Víctima de una enfermedad gástrico-nerviosa Pedro de la Hoz falleció el 17 de diciembre de 1865, luego de recibir los santos Sacramentos y la Bendición de su Santidad Pío IX, quien al mismo tiempo le envió una preciosa medalla de oro, como testimonio del afecto que le profesaba a tan insigne periodista católico tradicionalista.
Don Carlos Luis de Borbón y Braganza le había concedido en 1858 el hábito de la Real y distinguida Orden de Carlos III.
PARTE IV
La descendencia (cont.)
De su matrimonio con María de los Dolores de Liniers, desciende don Vicente de la Hoz y de Liniers, nacido en Madrid en 1841, quien asumió la dirección de La Esperanza a la muerte de su padre.
Al triunfar la revolución de 1868, fue un activo conspirador para lograr la entronización de Don Carlos María de los Dolores de Borbón Austria-Este, Carlos VII.
El 20 de julio de 1868 se encontró presente en el Consejo de Londres, “en el que Don Carlos fue aclamado como Rey y formó parte del Consejo organizado por el Rey en París en noviembre de ese año de 1868, tras la abdicación de Don Juan”.
Dos años después, el 18 de abril de 1870, asistió a la asamblea convocada por Carlos VII, en Vevey (Suiza), donde fue honrado con el cargo de Ministro de Gracia y Justicia del gobierno Carlista.
Luego de firmar el Manifiesto de la Prensa y el Manifiesto Antiamadeista, el 8 de marzo de 1872 fue el coautor del Manifiesto de la Junta Central Católico-Monárquico sobre las elecciones, que firmó junto con su cuñado, Antonio Juan de Vildósola, Cándido Nocedal y Manuel Tamayo y Baus.
En el que hacen un encendido llamamiento al tradicionalismo: “Ya es hora de que vuelva a sonar triunfante en el mundo la voz humilde que sólo enseña caridad y deberes, y convierte a los pueblos. No más altares al demonio; no más despotismo disfrazado de libertad; nomás extrañas sugerencias; es hora ya de dar a Dios lo que es suyo; de reconstruir la patria de Recaredo y Felipe II; de que la autoridad represente y simbolice la fe de los católicos y el amor y las tradiciones de los españoles; es hora de que España toda, de Cádiz al Pirineo y más allá de los mares, ondee sola y triunfante la bandera de Dios, de España y del Rey”.
En 1873 rechazó un ofrecimiento de Emilio Castelar, a la sazón, Ministro de Estado de la flamante República, consistente en ciedesignaciones para el Carlismo, si deponía las armas.
Su respuesta negativa fue un testimonio de su lealtad al legitimismo carlista.
El advenimiento al poder del general Francisco Serrano, en 1874, le significó el cierre de las combativas páginas de La Esperanza y de la prensa carlista en general.
Vicente de la Hoz y de Liniers, dispuesto a no claudicar, fundaba el 1 de diciembre de 1875 un nuevo periódico carlista con el nombre de La Fe, que dirigió hasta los últimos años de su corta vida, extinguida en su solariega casa de Penagos, a los cuarenta y cinco años de edad, el 8 de octubre de 1886.
Hijas de don Pedro de la Hoz y María de los Dolores de Liniers, también fueron:
Dolores de la Hoz y de Liniers, Dama de Honor de Doña Margarita, la esposa de Carlos VII, casada con Juan García de la Hoz, figura destacada del carlismo, integrante de la Junta Directiva del Círculo Tradicionalista de Madrid.
Isabel de la Hoz y de Liniers, que fue esposa del vasco Antonio Juan de Vildósola, abogado y colaborador de la redacción de La Esperanza y director de La Regeneración, autor de folletos políticos, algunos de los cuales tuvieron gran difusión durante la época revolucionaria.
También dirigió otra famosa publicación carlista, junto con Valentín Gómez, titulada Altar y Trono, Revista Hispano-Americana, de reconocida influencia en la España tradicionalista.
Con su cuñado, Vicente de la Hoz y de Liniers, fueron los fundadores del mencionado periódico La Fe, con el que colaboró hasta que se retiró enfermo, falleciendo el el 31 de diciembre de 1893.
Margarita María de la Hoz y de Liniers quien, viuda de Queraltó, vistió el hábito de Religiosa Salesa hasta su muerte ocurrida en el Monasterio de Madrid, el 11 de septiembre de 1900.
Estos fueron los ilustres descendientes de don Santiago Liniers, Conde de Buenos Aires, Virrey y Gobernador del Río de la Plata, héroe y mártir, triunfador y derrotado - vicisitudes propias del guerrero -, que ofreció su vida por fidelidad a su Rey.
La descendencia
María de los Dolores de la Cruz Concepción de Liniers y Sarratea; contaba escasos años cuando el destino hizo que abandonara tierras americanas en total estado de orfandad. Poco sabemos de su infancia hasta que, ya una joven veinteañera, contrajo matrimonio el 17 de agosto de 1825 en la madrileña parroquia de San Luis con don Pedro Pascual de la Hoz.
Pedro Pascual de la Hoz nació el 17 de mayo de 1800 en la villa de Espejo, de la andaluza provincia de Córdoba, en el linajudo hogar de don Vicente de la Hoz, Corregidor y Caballero de la Real Maestranza de Ronda, y de doña María Tecla de la Torre.
Don Pedro de la Hoz pasó gran parte de su infancia en la casa solariega que de sus padres en el pueblo de Penagos –Santander-, hasta que en 1808 ingreso al notable colegio de Villacarriedo “célebre por los hombres notables que de sus aulas salieron”.
Luego ingreso a la Universidad de Valladolid, donde cursó jurisprudencia hasta el año de 1818, para graduarse posteriormente en la prestigiosa Universidad de Alcalá de Henáres, cuando contaba tan solo diez y ocho años de edad.
Influenciado por las ideas en boga en los claustros universitarios, en que cursó sus estudios, Pedro de la Hoz, abrazo las ideas liberales.
Una vez recibido se lo designo como Secretario de Gobierno de León.
En 1822 abandono sus ideas liberales.
Según José María Carulla Estrada, la conversión política de Pedro de la Hoz se le debe; “en gran parte, a su prometida y luego esposa, María de los Dolores de Liniers, quien supo trasmitirle los principios tradicionalistas que recibiera de su padre”.
Por aquellos tiempos, Pedro de la Hoz, había adquirido notoriedad como articulista de buena pluma lo que llamó la atención de Don Fernando VII, quien lo nombró Director de la Gaceta de Madrid, y Juez Conservador de las oficinas de la Imprenta Real.
En 1831, se lo designo titular de la Fiscalía General de Correos, cargo que desempeñó hasta 1833, año en que, tras la muerte de Fernando VII, se quiebra la sucesión legítima al trono español, por la abolición de la ley sálica, concretada mediante la Pragmática signada por aquel monarca el 29 de marzo de 1830, que privó de la corona a su hermano el príncipe Don Carlos María Isidro de Borbón, Borbón Parma, recordado como Carlos V, de la dinastía carlista.
Así Isabel, una niña de tres años, bajo la regencia de su madre Doña María Cristina de Borbón – Dos Sicilias-, asumió los destinos de España, originando la primera de las tres guerras carlistas, declarada por quienes vieron en Don Carlos, no sólo un rey legítimo, sino una garantía de sus privilegios, de su fe religiosa y de sus convicciones políticas y sociales, representados por su consigna “Dios, Patria, fueros, Rey”.
En tanto los liberales se agruparon en torno a Isabel.
Así fue como la regencia de María Cristina, en nombre de su hija Isabel, ignoró la Ley de Sucesión que excluía a las mujeres en la línea sucesoria de la Corona.
Por aquellos días, los revolucionarios liberales canturreaban por las calles de Madrid estribillos tales como: “ Muera Cristo / Viva Luzbel / Muera Don Carlos / Viva Isabel ”.
Decidido partidario del legitimismo, Pedro de la Hoz renunció a todos sus cargos, quedando en la indigencia, por lo que debió emigrar con su familia a Francia, residiendo en el Chateau du Plessis-Cherchemont que, su cuñado, José Atanasio de Liniers, poseía en la Vendée.
Desde su residencia vandeana, en 1835, José Atanasio se manifestó partidario de Don Carlos V, reconociendo sus legítimos derechos a la corona española, actitud que nos testimonia la temprana adhesión al legitimismo de los descendientes de Santiago Liniers.
Según Guy Coutant de Saisseval, “era normal que entre carlistas y vandeanos los vínculos y ligaduras se entrelazaran y en las guerras carlistas todos se batieran por Dios y por el rey legítimo”, agregando que “en nuestros días, los carlistas y los vandeanos siguen siendo fieles a su idea, y permanecen unidos en los valores tradicionales de la Religión y de la Legitimidad.
Su papel es el de mantener las tradiciones a fin de que, con la ayuda de Dios, la sociedad vuelva a tomar el sentido de su destino que ha hecho a través de la historia la grandeza de sus respectivas Patrias”.
Durante su estadía en Francia escribió para varios periódicos parisinos, hasta que, en 1840, pudo regresar a su patria, estableciéndose en Burgos, donde adquirió gran prestigio en el ejercicio de la abogacía.
Según relata el historiador del carlismo José María de Domingo-Arnau y Rovira, “al concluir la guerra iniciada en 1833, el Carlismo comenzó la campaña de difusión doctrinal a través de la prensa para seguir presente en el ámbito nacional y divulgar su doctrina, y especialmente la defensa de la religión católica que sufría numerosos ataques de los revolucionarios de la época, enquistados en tareas de gobierno”.
El 1 de octubre de 1844, el brigadier Antonio de Arjona Tamariz fundó en Madrid el periódico La Esperanza que llevaba como subtítulo Diario Monárquico.
Un mes después Arjona lograba convencer a Pedro de la Hoz para que se hiciera cargo de la dirección del diario, función que, como veremos, ejerció durante dos décadas.
Según relata Carulla Estrada don Pedro de la Hoz; “era de estatura muy elevada, era de semblante expresivo y majestuoso; era su frente espaciosa; eran sus ojos azules, dulces y vivos; era su mirada penetrante, era su tez blanca y ligeramente sonrosada; era su figura noble y apuesta... Reunía también un porte distinguido, con tinte caballeresco y unos aires de gran señor que cautivaban y seducían...”.
La Esperanza fue fundada para defender los ideales tradicionalistas, fue el órgano oficioso del Carlismo, y al mismo tiempo combatía el liberalismo.
Cada ejemplar de La Esperanza constaba de cuatro nutridas páginas que contenían las siguientes secciones: extranjero, provincias, boletín del día, artículos de fondo, revista de la prensa, parte oficial, gacetilla.
Noticias políticas, espectáculos, bolsa y variedades, cuyo mejor tiraje se verificó en 1850, cuando ocupó el primer lugar en la circulación por correo.
Alexandra Wilhelmsen en su monumental obra La formación del pensamiento político del Carlismo (1810-1875) sostiene que “los escritores más importantes que criticaron el sistema liberal y contribuyeron al desarrollo gradual del pensamiento tradicionalista en este hito del Carlismo fueron Vicente Pou, Mariano Roquer, Magín Ferrer, Atilano Melguizo, Félix Lázaro García y Pedro de la Hoz”, llegando éste último a ser el más popular de estos autores.
Por su parte, el barón de Artagán confirma esta opinión cuando recuerda que ejerció el periodismo “con el talento, habilidad y maestría que en él reconocieron amigos y adversarios, pues unió a una inteligencia clara y a una imaginación viva, un corazón muy hermoso; Dios lo dotó de un carácter verdaderamente inquebrantable; resistió, cual valeroso soldado, durante muchos años, ataques y persecuciones de todo género [...] llegando a ser, quizás, el primer periodista de su época y un maestro insigne en las lides periodísticas, como lo reconocieron clara e hidalgamente los mismos liberales”.
El canónigo Jaime Balmes, buen amigo de Pedro de la Hoz, concluida la primera guerra Carlista, argüía que “un partido que resiste durante siete años a un gobierno establecido y poderosamente auxiliado por tres potencias (Inglaterra, Prusia y Portugal); un partido cuyos soldados brotan del país; un partido que, a pesar de tantas contrariedades, no puede ser vencido, ese partido debió tener grandes elementos de vida”.
Balmes puso su pluma al servicio del carlismo y del proyecto que propiciaba la unión matrimonial del conde de Montemolín , Carlos VI, el hijo del recordado Don Carlos María Isidro, Carlos V, con Isabel II, como única forma de remendar – porque no era otra cosa – la rotura dinástica.
Antonio Aparisi y Guijarro, que también prestó su apoyo a la consagración de aquel matrimonio, previendo el fracaso del proyecto salvador, lo advertía con sugestiva predicción, decía; “¿Sabéis cuál terrible cosa es un reino dividido y cual lamentable que haya una bandera que si bien hoy caída, puede alzarse algún día y un nombre invocar?” Aquella predicción se cumplió.
Con los años el Carlismo levantaría su bandera de las aspas de borgoña en dos sangrientas guerras.
Pedro de la Hoz, desde las páginas de La Esperanza, defendió aquella alternativa, sosteniendo en la edición del 11 de junio de 1845 que; “reconociendo, como no se puede menos, que la mayoría de la nación es, no digamos Carlista, sino monárquica-religiosa, es necesario confesar francamente que miraría con gozo indecible el matrimonio de S.M. con el conde de Montemolín”.
El 18 de junio de aquel mismo año volvía sobre el tema en cuestión diciendo que “este enlace [...] vendrá a ser la más pacífica resolución de la contienda dinástica, y al mismo tiempo una transacción razonable y justa”.
En sus notas referidas al sistema parlamentario, publicadas bajo el título Un monárquico a los parlamentarios, sostenía que “los gobiernos monárquicos-parlamentarios no son más que una invención transitoria, adoptada sin duda para facilitar a las naciones su paso desde la monarquía verdadera a la república”, agregando que “el más grave, el más irremediable, el más visible y repetido daño que bajo el orden constitucional ocasiona la doctrina de las mayorías, consiste en la importancia a que con ella se reduce el poder ministerial”.
Sobre la representatividad de las mayorías opinaba que “bien conocido es el carácter versátil, por no decir escandalosamente liviano y caprichoso de todas las mayorías. Nada más común en ellas que repudiar hoy el objeto que ayer acariciaban”.
Pedro de la Hoz, fue autor intelectual de los manifiestos de María Teresa de Braganza Borbón, Princesa de Beira, segunda esposa viuda de Carlos V.
Entre ellos la famosa Carta a los españoles, fechada el 25 de septiembre de 1864, cuya autoría se le reconoce a Pedro de la Hoz, en la que con la firma de la Princesa de Beira, se refiere a la opinión pública, asegurando que sus mayores “jamás hubieran podido imaginar que viniera un tiempo en que hombres que se dicen católicos, en lugar de aquellas verdades tomasen por fundamento social el fantasma de la opinión pública; esa opinión incierta, vacilante, vana, caprichosa, mudable, falsa”, agregando que “un gobierno que toma por regla la opinión pública, pudiendo ser y siendo con frecuencia falsa, cae en mil dislates y causa ruinas porque el fundamento es falso”.
Por aquel tiempo el célebre obispo de Seo de Urgel, príncipe gobernante de Andorra, Monseñor José Caixal Estradé, vicario general castrense del ejército de Carlos VII, junto con Pedro de la Hoz, fueron los más eficaces colaboradores de la Princesa de Beira para el desarrollo y difusión del pensamiento político Carlista.
Según el barón de Artagán, la fecundidad del pensamiento de Pedro de la Hoz “fue verdaderamente asombrosa por la multitud de materias que dilucidó y por el número de escritos que dio a la estampa, [...] publicando diariamente artículos tan extensos como profundos y elegantes”.
Víctima de una enfermedad gástrico-nerviosa Pedro de la Hoz falleció el 17 de diciembre de 1865, luego de recibir los santos Sacramentos y la Bendición de su Santidad Pío IX, quien al mismo tiempo le envió una preciosa medalla de oro, como testimonio del afecto que le profesaba a tan insigne periodista católico tradicionalista.
Don Carlos Luis de Borbón y Braganza le había concedido en 1858 el hábito de la Real y distinguida Orden de Carlos III.
PARTE IV
La descendencia (cont.)
De su matrimonio con María de los Dolores de Liniers, desciende don Vicente de la Hoz y de Liniers, nacido en Madrid en 1841, quien asumió la dirección de La Esperanza a la muerte de su padre.
Al triunfar la revolución de 1868, fue un activo conspirador para lograr la entronización de Don Carlos María de los Dolores de Borbón Austria-Este, Carlos VII.
El 20 de julio de 1868 se encontró presente en el Consejo de Londres, “en el que Don Carlos fue aclamado como Rey y formó parte del Consejo organizado por el Rey en París en noviembre de ese año de 1868, tras la abdicación de Don Juan”.
Dos años después, el 18 de abril de 1870, asistió a la asamblea convocada por Carlos VII, en Vevey (Suiza), donde fue honrado con el cargo de Ministro de Gracia y Justicia del gobierno Carlista.
Luego de firmar el Manifiesto de la Prensa y el Manifiesto Antiamadeista, el 8 de marzo de 1872 fue el coautor del Manifiesto de la Junta Central Católico-Monárquico sobre las elecciones, que firmó junto con su cuñado, Antonio Juan de Vildósola, Cándido Nocedal y Manuel Tamayo y Baus.
En el que hacen un encendido llamamiento al tradicionalismo: “Ya es hora de que vuelva a sonar triunfante en el mundo la voz humilde que sólo enseña caridad y deberes, y convierte a los pueblos. No más altares al demonio; no más despotismo disfrazado de libertad; nomás extrañas sugerencias; es hora ya de dar a Dios lo que es suyo; de reconstruir la patria de Recaredo y Felipe II; de que la autoridad represente y simbolice la fe de los católicos y el amor y las tradiciones de los españoles; es hora de que España toda, de Cádiz al Pirineo y más allá de los mares, ondee sola y triunfante la bandera de Dios, de España y del Rey”.
En 1873 rechazó un ofrecimiento de Emilio Castelar, a la sazón, Ministro de Estado de la flamante República, consistente en ciedesignaciones para el Carlismo, si deponía las armas.
Su respuesta negativa fue un testimonio de su lealtad al legitimismo carlista.
El advenimiento al poder del general Francisco Serrano, en 1874, le significó el cierre de las combativas páginas de La Esperanza y de la prensa carlista en general.
Vicente de la Hoz y de Liniers, dispuesto a no claudicar, fundaba el 1 de diciembre de 1875 un nuevo periódico carlista con el nombre de La Fe, que dirigió hasta los últimos años de su corta vida, extinguida en su solariega casa de Penagos, a los cuarenta y cinco años de edad, el 8 de octubre de 1886.
Hijas de don Pedro de la Hoz y María de los Dolores de Liniers, también fueron:
Dolores de la Hoz y de Liniers, Dama de Honor de Doña Margarita, la esposa de Carlos VII, casada con Juan García de la Hoz, figura destacada del carlismo, integrante de la Junta Directiva del Círculo Tradicionalista de Madrid.
Isabel de la Hoz y de Liniers, que fue esposa del vasco Antonio Juan de Vildósola, abogado y colaborador de la redacción de La Esperanza y director de La Regeneración, autor de folletos políticos, algunos de los cuales tuvieron gran difusión durante la época revolucionaria.
También dirigió otra famosa publicación carlista, junto con Valentín Gómez, titulada Altar y Trono, Revista Hispano-Americana, de reconocida influencia en la España tradicionalista.
Con su cuñado, Vicente de la Hoz y de Liniers, fueron los fundadores del mencionado periódico La Fe, con el que colaboró hasta que se retiró enfermo, falleciendo el el 31 de diciembre de 1893.
Margarita María de la Hoz y de Liniers quien, viuda de Queraltó, vistió el hábito de Religiosa Salesa hasta su muerte ocurrida en el Monasterio de Madrid, el 11 de septiembre de 1900.
Estos fueron los ilustres descendientes de don Santiago Liniers, Conde de Buenos Aires, Virrey y Gobernador del Río de la Plata, héroe y mártir, triunfador y derrotado - vicisitudes propias del guerrero -, que ofreció su vida por fidelidad a su Rey.
(By Egho for Pax Celtibera, se acepta la reproduccion enotros medios con mención al autor y al medio original de publicación Paxceltibera)
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Bibliografía
Revista del Centro de Estudios Genealógicos de Buenos Aires. Año 3 / 4 , Nº 3 / 4, 1981-1982, p.131 a 159. Cfr,
Todo es Historia, Nº 223, p. 64 a 70.
Todo es Historia, Nº 322, p. 65 a 70.
Atienza, Julio. Barón de Cobos de Belchite. : Títulos Nobiliarios Hispanoamericanos. Aguilar, Madrid, 1947, p. 369.
Memorias del general Miller, citadas por el general Andrés García Camba en sus memorias, t.II, p. 338.
García Camba, Andrés.: Memorias del general García Camba. Para la Historia de las Armas españolas en el Perú. Dos tomos 1809-1821
y 1822-1825. Editorial América, Madrid, 1916. Apéndice tomo II, p.484.
Lozier Almazán : Liniers y su tiempo. Emecé Editores, 1989,p.9.
Archivo General Militar de Segovia. España. Dirección General de Caballería. Expediente personal de Mariano Tomás de Liniers.
Atienza Julio de, : Diccionario heráldico de apellidos y de títulos nobiliarios hispanoamericanos. Aguilar. Madrid, 1959, p.893.
Atienza, Julio de,: Títulos nobiliarios hispanoamericanos. Colección Crisol, Aguilar. Madrid, 1947, p.369.
Carulla Estrada, José María.: Biografía de D. Pedro de la Hoz. Imprenta La Esperanza, Madrid, 1866, p.13.
Lozier Almazán, Bernardo. : El Conde de Buenos Aires. La Nación, 4-5-1969.
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Alferez, Gabriel. : Historia del Carlismo. Editorial Actas. Madrid, 1995, p.58
Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera, Alfonso.: La Primera Guerra Carlista. Editorial Actas. Madrid, 1992, p. 487.
Coutant de Saisseval, Guy. : La Vendée y el Carlismo. El Boletín Carlista de Madrid, Nº 53.
Domingo-Arnau y José María de Rovira: Historia Carlista. “La Esperanza”. Epoca III, número 66, año XXVIII. Tarragona, España, p.12.
Wilhelmsen, Alexandra. : La formación del pensamiento político del carlismo (1810-1875).
Barreiro Gordillo, Cristina.: Un gigante desconocido para la historia. Revista Ahora, marzo-abril, 1998, Nº 32, p.28-29.
Varela de Luaces, Carlos : Balmes. La Esperanza -Maestrazgo, época III, Nº 49, año XXV, p.7.
José Antonio Gallego García: Carlistas madrileños (XVI). D. Vicente de la Hoz y de Liniers.
Última edición por Egho el Sáb Oct 19 2013, 20:55, editado 1 vez
No es un episodio muy conocido por el público español en general. Pero es verdad que a nivel historiográfico, nos gusta cargar las tintas a base de bien a la hora de recordar las ocasiones en las que fuimos nosotros los que le dimos julepe a los ingleses. Y las acciones de Buenos Aires no son una excepción.
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Briga, a la historia no le cabe ninguna duda de tus afirmaciones.
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Briga, a la historia no le cabe ninguna duda de tus afirmaciones.
La primera invasión fue repelida después de un tiempo de ocupación inglesa de Buenos Aires y solo eso, pues los ingleses solo eran dueños de la tierra que pisaban sus tropas, fuera de los limites de la ciudad nunca pudo sostenerse la ocupación británica.
Esta primera invasión y la reconquista fue repelida por cuerpos españoles (Tercio de Montañeses, Batallón de gallegos, etc. todos los cuerpos eran españoles, los criollos organizaron un cuerpo de caballería -milicianos- al mando de Pueyrredón).
Liniers organizo en el Uruguay -Montevideo- un grupo de cuerpos compuesto con tropas españolas de la guarnición de Montevideo y criollos voluntarios.
Después de la reconquista Liniers reforzó los cuerpos españoles con varios cuerpos mas; Patricios (criollos), Pardos y Moreno (libertos), el cuerpo de caballeria de Pueyrredon. Cuerpos que otra vez bajo el comando de Liniers repelieron con total exito la segunda invasión.
Pero siempre el comando de la resistencia estuvo en manos de Liniers, a quien no se le ha hecho el lugar en la historia que se ganó con creces.- Los argentinos a la hora de escribir la historia hemos sido ingratos.
saludoEsta primera invasión y la reconquista fue repelida por cuerpos españoles (Tercio de Montañeses, Batallón de gallegos, etc. todos los cuerpos eran españoles, los criollos organizaron un cuerpo de caballería -milicianos- al mando de Pueyrredón).
Liniers organizo en el Uruguay -Montevideo- un grupo de cuerpos compuesto con tropas españolas de la guarnición de Montevideo y criollos voluntarios.
Después de la reconquista Liniers reforzó los cuerpos españoles con varios cuerpos mas; Patricios (criollos), Pardos y Moreno (libertos), el cuerpo de caballeria de Pueyrredon. Cuerpos que otra vez bajo el comando de Liniers repelieron con total exito la segunda invasión.
Pero siempre el comando de la resistencia estuvo en manos de Liniers, a quien no se le ha hecho el lugar en la historia que se ganó con creces.- Los argentinos a la hora de escribir la historia hemos sido ingratos.
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