¿Dónde está el Bufón?

**Egho** Miér Jul 13 2011, 18:59

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¿ DONDE ESTA BUGON ?

¿Dónde está el Bufón? Bufon

Cuando el cowboy hollywoodense Ronald Reagan asomó a la política norteamericana, poco importó en su ascenso al poder, su inexistente cultura, su origen farandulario, ni la excesiva simplificación que hacía de las más importantes cuestiones políticas.
Una vez allí tampoco importó que sus decisiones y su agenda política fueran [al menos eso creía él], el resultado de frecuentes consultas astrológicas.
Está documentado que magos y astrólogos, acompañaron la gestión de quien fuera tal vez uno de los más populares Presidentes norteamericanos.

Muchos arguyen que los resultados “exitosos” de su “reaganomic” [neologismo derivado de “economic”, creado por los sectores beneficiarios de su política económica], demostraron la vacuidad de los esfuerzos intelectuales para discutir y enderezar la realidad, hacia objetivos, racionales y compartidos de la sociedad.
Si entendemos a la expresión “éxito político” como el logro de objetivos sectoriales y la imposición de determinadas decisiones sin demasiados obstáculos, Ronald Reagan tuvo éxito, al igual que Hitler y Mussolini [ambos sólo en su asenso al poder], Francisco Franco, Deng Xiao Ping o Joseph Stalin para abarcar un amplio espectro del arco ideológico.
Sin embargo Ronald Reagan, se diferencia de los nombres dados, por que inauguró una nueva era en la política, que tuvo importantes emuladores en distintos países y de manera especial en el otro extremo del continente americano.

Con este Cowboy de películas de clase “B”, se sincera en la “escena política” [pocas veces tan bien usada la expresión], el espectáculo como instrumento o método político.
Sin embargo, debe aclararse que la política siempre tuvo ingredientes teatrales: no por nada los romanos entendieron necesario construir el “Coliseo”, herramienta mediática que legitimaba a los emperadores ante el pueblo.
Hitler por su parte organizaba multitudinarias representaciones militares llenas de una vulgar grandilocuencia que hipnotizaba al alemán medio, hoy emuladas por países como Corea Del Norte.

Incluso Winston Churchill [según el periodista británico Cristopher Hitchens] recurrió al actor Norman Shelley, [quien solía hacer la voz de Winnie Pooh en el conocido programa radial “Childern’s Hour”], para que transmitiera sus enérgicos y emocionantes discursos radiales en los que prometía sangre sudor y lágrimas.

¿Entonces, en dónde radica lo original del fenómeno Ronald Reagan? En que es el resultado de una mezcla de propaganda, espectáculo y Cábala.
Los nuevos alquimistas de la palabra, los expertos en “comunicaciones” o en “marketing electoral” generaron un homúnculo político, un Golem moderno a partir del barro hollywoodense y lo llevaron desde el lejano oeste a la Casa Blanca.

Los actores son ideales para estos experimentos, están acostumbrados a repetir de memoria un guión aprehendido, puede actuar de médico sin serlo, o fingir pilotear una nave espacial o comandar un ataque en Normandía
¿Qué diferencia habría para el público, ya acostumbrado a verlos en distintos roles?
A ello se agrega que gustan al público desde antes de ingresar al mundo político, lo que implica un considerable ahorro a la hora de “instalar” un personaje.

El natural ego de un actor contribuye a que no perciba sus limitaciones. Para el actor el autoengaño es una necesidad profesional.
No en vano Jorge Luis Borges siempre recordaba que la política es como el teatro, o sea “…un grupo de personas que fingen ser otras personas, frente a otro grupo de personas que fingen creerles”.

Por supuesto que en el teatro como en al política, detrás de bambalinas: alguien escribe la letra, dirige la escena, maneja los tiempos y cobra las entradas.
Aquel experimento fue replicado con menos “éxito” en la California actual por otro actor, el austríaco ArnoldSchwarzenegger.

Con posterioridad, astronautas, deportistas, cantantes y actores multiplicaron experiencias similares, tanto en los Estados Unidos como en Argentina, intentando con diferentes niveles de éxito, vaciar de contenido la política y transformarla en un mero concurso de banal popularidad.

En Argentina, como resultado de esta metodología el conocido cantante y actor Ramón “Palito” Ortega, llegó a ser gobernador de la Provincia de Tucumán, el corredor de carreras de fórmula 1 Carlos Alberto Reutemann de la Provincia de Santa Fe, el campeón mundial de lanchas “offshore” Daniel Scioli de la Provincia de Buenos Aires y además vicepresidente, el cómico Nito Artaza Senador por la Provincia de Corrientes.

La lista agrega candidaturas como las de la conductora Lidia Satragno conocida como “Pinki”, de la vedette Moria Casán, de la actriz y cantante Nacha Guevara, etc. En la actualidad se suma a la lista el popular cómico Miguel del Sel, integrante del conocido trío MIDACHI que ahora aspira a ser Gobernador de la Provincia de Santa Fe.
Todos pertenecen a distintos partidos políticos, oficialistas u opositores, hoy este dato es irrelevante.

Siempre fue un esfuerzo que la política se analice, se estudie, se delibere, sea el producto de un consenso racional y participativo.
Mucha sangre derramada, revoluciones y guerras sucedieron antes de poder construir los frágiles mecanismos institucionales de la democracia, que en forma permanente están siendo desaprovechados por la sociedad, que es la que determina quiénes son sus dirigentes.

En la edad media, algunos actores se convirtieron en bufones al servicio del Rey y cumplían con la misión de repetir, en tono de solfa, ante Su Graciosa Majestad, lo que el pueblo pensaba de ellos.
En el fondo, los reyes toleraban a estos grotescos personajes, por que tenían miedo de sus gobernados.

El tiempo demostró que no era en vano su temor.
¿Acaso algunos políticos actuales experimentan el miedo que aquellos antiguos monarcas tenían frente al pueblo?
Sin embargo, a diferencia de aquellos tiempos hoy no se busca tolerar al bufón sino parecerse a ellos o mejor aún, sentarlo en el trono.

Fuente; Diario El PESO
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