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HISTORIA DE LA NACION CARAÍBA

Mar Mar 06 2012, 21:37 por Egho

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HISTORIA DE LA NACION CARAÍBA

PROLOGO

En este trabajo encarado con la seriedad que amerita toda historia y conclusiones propias fundamentadas en el análisis de documentación histórica, …


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FALACIAS DE LA HISTORIA (I); YATASTO

Miér Jun 27 2012, 03:43 por Egho


Con este articulo prosigo en este nuevo foro la serie de falacias historicas inciadas en el viejo barco. 
Espero que dentro de los próximos cinco siglos algún inquieto investigador nos "descubra" …


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A 203 AÑOS DE LA REVOLUCION FRUSTADA

Jue Mayo 30 2013, 02:15 por Egho

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Los 25 de Mayo, los criollos –en realidad los habitantes de Buenos Aires -   festejan –yo no, pese a ser criollo-  ese dia como el de la ruptura definitiva con los débiles lazos que nos …


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CORRUPCION SE ESCRIBE CON K

Jue Mayo 30 2013, 01:58 por Egho

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El sábado pasado, muchísimos idiotas útiles, alguno engañados  y unos cuantos mafiosos festejaron los diez años de la “era” “K”  ; 25 DE MAYO DE 2003- 25 DE MAYO DE 2013.-

Un gran …


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FALACIAS DE LA HISTORIA (IV)

Miér Jun 27 2012, 06:22 por Egho

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FALACIA DE LA HISTORIA IV

CARNE DE CAÑON

¿Podremos Llegar a Viejos?                                                                 [SEPA/Diario El Peso] –(Edicion del 18/04/2011)


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(ENTREVISTA) Fernando Quesada Sanz. ARMAS DE GRECIA Y ROMA.

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05042011

Mensaje 

(ENTREVISTA) Fernando Quesada Sanz. ARMAS DE GRECIA Y ROMA. Empty (ENTREVISTA) Fernando Quesada Sanz. ARMAS DE GRECIA Y ROMA.




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Con motivo de la inminente publicación de la obra que nos precede, hemos querido recabar algunas palabras del autor y uno de los más importantes investigadores de la actualidad en el campo de la Historia Militar.
Fernando Quesada es desde 1992 Profesor Titular de Arqueología en la UAM, donde se formó y obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado. Es especialista en la Edad del Hierro de Iberia y en Historia Militar antigua. Amplió su formación en Oxford y Roma, y ha dictado ponencias y conferencias en una decena de paises europeos, como la Sorbona en Paris, Atenas, Glasgow o Torun (Polonia). Ha dirigido diversos Proyectos de Investigación y excavaciones, y publicado más de trescientos trabajos de investigación sobre dichos temas, incluyendo una decena de libros.
Dirige las revistas científicas “Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid” y codirige ‘Gladius’ y la serie de monografías ‘Anejos de Gladius’.


Es evidente que la historia militar en España no ha gozado del estudio científico que si ha tenido en otros ámbitos, como el anglosajón. Muchos estudiantes, licenciados y futuros doctores en historia perciben que la universidad no ha prestado la debida atención a esta parcela de conocimiento. En su opinión, ¿Cuales cree que son los motivos que han motivado esta situación?.



Algunos historiadores españoles de prestigio publicaron en su momento trabajos importantes de investigación militar. Ciñéndonos al mundo preindustrial, por ejemplo en los años sesenta hay trabajos interesantes de Historia Militar romana en España –A. García y Bellido- o visigoda –C. Sánchez Albornoz-, e incluso hubo trabajos pioneros anteriores como el interesante y desconocido de S. Marín y Peña sobre Instituciones militares romanas de 1956.
Sin embargo es cierto que no ha existido en España una Historia Militar digna de tal nombre, y menos aún en comparación con el mundo francés, el alemán y sobre todo, y en fechas recientes, el anglosajón.
Las razones son múltiples, creo, y psicológicamente complejas. España ha estado desde el franquismo –y en realidad desde mucho antes- divorciada de su Ejército y de su tradición militar.
Pese a algunos episodios interesantes, llamativos o incluso –¿por qué no decirlo?- heroicos, la Historia Militar de España desde la Guerra de Independencia es una serie tras otra de episodios tristes, lamentables a menudo. Un ejército mal armado y organizado, sin recursos, a menudo forzado a actuar como fuerza de represión interna, o metido en guerras impopulares, improductivas o salvajes –Cuba, o Marruecos- no inspira a realizar estudios académicos. Y desde la Guerra Civil la situación empeora.
Tras la destrucción del nazismo y el aislamiento de los años cuarenta, la intelectualidad española ha sido no sólo por regla general antifranquista y antimilitarista, sino también reacia a abordar estudios militares desde una óptica desapasionada que equilibrara los excesos mitificadores que tanto desprestigiaron la Historia Militar más rancia. Parecía que una Historia Militar sólo podía realizarse si era laudatoria de un ejército que rara vez merecía esos laureles… Eso es un sofisma, porque ‘otra’ historia militar no hagiográfica era posible.
Al tiempo que los académicos desconocían lo militar, y al tiempo lo rechazaban, algunos militares profesionales ocuparon plaza de historiadores, realizando trabajos de ‘investigación’ militar histórica para los que a menudo no estaban preparados –hay excepciones por supuesto. La Historia Militar de los historiadores era casi testimonial; la de los militares –que a menudo además parecían apropiarse del tema-, a menudo tosca y científicamente inadmisible por pueril, mitómana y laudatoria. Así que los unos por los otros, y la casa sin barrer.
Estos problemas no han existido en otras sociedades de Europa Occidental donde desde época Napoléonica todos los estados han tenido una Historia Militar de la que –con razón o sin ella, en la victoria y en la derrota- se sentían orgullosos. No es lo mismo beber orines en un blocao cerca de Anual, morir de fiebre en Cuba o matar correos franceses en Valdepeñas, o incluso asaltar el Alcazar de Toledo, que escribir sobre las glorias prusianas, napoleónicas o victorianas. Y en estos paises nunca ha habido tantas reticencias de los académicos a abordar temas militares, ni tendencia de los militares –ocupados en otras cosas- a escribir ellos ‘su’ Historia.
Pero no nos engañemos: pese a su popularidad en los anaqueles de las librerías, la profusión de títulos de divulgación y el interés popular –que a medida que van quedando menos veteranos de guerras reales parece ir creciendo con un componente de morbo que evidencia el desconocimiento de lo que de verdad es la guerra-, pese a esa popularidad, insisto, la Historia y la Arqueología militar son minoritarias en el ámbito académico europeo, y no pocas veces vista también con desconfianza. Lo que ocurre es que en comparación con España, en Inglaterra parece que la Historia Militar tiene un esplendor notable.

Tal vez, la historia militar sea uno de los campos más proclives a la divulgación por el notorio interés que despierta en el público en general. Si observamos el mercado editorial, no faltan ediciones sobre el tema, no solo libros, sino revistas pero, como ya decimos, en el ámbito de la divulgación histórica. Sin embargo, la publicación científica no parece ser tan abundante. Usted combina una activa labor de divulgación con la investigación científica, ¿Cómo ve esta relación entre la divulgación y la publicación científica?.

Las modas existen en todo. Desde la Guerra de Iraq asistimos a un verdadero ‘boom’ de traducciones de Historia militar, e incluso de algunas producciones propias. Junto a colecciones con criterios bien escogidos –por ejemplo la serie de Grandes Batallas de la editorial Ariel, o la de Critica- hay otras traducciones y publicaciones que sonrojan por pueriles, pero que venden como churros (de tipo ‘las 10 mayores hazañas de..’, o ‘los mejores ejércitos de…’). Lo que más vende es la Segunda Guerra Mundial –los ejércitos alemán y ruso siguen fascinando-, y en particular los temas de ‘armas maravillosas’, tema que ejerce una fascinación casi fetichista, sobre todo en jóvenes que nunca han cogido un arma de verdad, y menos visto sus efectos. Esas eternas discusiones sobre ‘el mejor tanque’, o ‘el mejor avión’ inspiran muchos libros que no valen para nada. Recordemos el adagio: “los aficionados hablan de armas, los profesionales de logística”. Por ejemplo, el ‘mejor’ caza de la IIGM no fue el Me-262 –un interceptor puro de escasa autonomía, limitada agilidad y pésima fiabilidad de motor.
Los temas de Antigüedad y Edad Media atraen más ahora –y en ese sentido el Cine ha hecho un gran favor con Gladiador, Troya o 300. Lo malo es que editores y público rara vez discriminan calidades en las publicaciones que se han hecho a remolque de la verdadera Biblia de nuestro tiempo que es el cine. Supongo que este año y el que viene tendremos mucho napoleónico, lo que a la vez está bien y está mal. Las modas pasan…
Ahora bien, en España no existe una ‘masa crítica’ de profesionales bien formados en Historia o Arqueología Militar de los diversos periodos para, en breve plazo, responder a la demanda suscitada.
Eso se ha solucionado estos años con traducciones de criterio variable, y con obras nacionales a menudo redactadas apresuradamente por académicos que no son especialistas en temas militares, por especialistas sin tiempo para trabajar bien –todos añoramos los trimestres y frecuentes años sabáticos de nuestros colegas anglosajones; yo he tenido uno en veinte años de docencia y no creo que pueda volver a disfrutar de otro-.
Y finalmente, han sido aficionados bienintencionados desde abogados a ingenieros, periodistas, etc.- quienes han tomado el relevo de los académicos. Y el resultado es en general, lamento decirlo, pobre (como de costumbre, hay excepciones). Hoy en día las técnicas de investigación son complejas, exigen manejo de idiomas, viajar, consultar archivos, saber citar, utilizar la estadística, tener una formación muy amplia… y ese conjunto de requisitos a menudo fallan.
El resultado es que aunque la producción editorial traducida es muy amplia –y hay bastantes cosas buenas –la nacional es todavía irregular.Y quienes nos dedicamos profesionalmente a estos temas pero no somos capaces de publicar alta divulgación –que no quiere decir simplificar hasta la caricatura- somos en parte culpables. Porque sólo quien conoce un tema a nivel de investigación (ojo, aunque no viva profesionalmene de la investigacion o la docencia universitaria) puede publicar algo realmente bueno de divulgación.
En esto yo mismo soy culpable: no he sido capaz de entregar a tiempo un libro sobre las Guerras Medicas que se me encargó… probablemente porque me cayó encima el viejo dicho ‘lo mejor es enemigo de lo bueno-
Los editores que quieren contratar por una miseria libros de cuatrocientas páginas a un año vista, sabiendo que el plumífero tiene que dar clase, asistir a comisiones y mil cosas más, son más culpables aún. No se puede exigir en seis o doce meses un libro sobre las tácticas de los ejércitos romanos porque de repente alguien se entere de que en unos meses se va a estrenar Gladiator, y que a la vez sea ameno y novedoso… y que encima esté bien ilustrado.

Una de sus principales líneas de investigación es el estudio del armamento y las formas de conflicto bélico para analizar las sociedades antiguas del Mediterráneo. A priori, parece que es un ámbito muy amplio, cuanto menos, a nivel geográfico. ¿Podría concretar un poco más el estado de la cuestión en este sentido?.



Para estudiar una cuestión concreta, sea el tema que sea, hay que conocer el contexto,. Y en la Historia Militar las interrelaciones son muy complejas. Conocemos relativamente bien el armamento, táctica, logística, estrategia, etc. de los grandes ejércitos de la Antigüedad, pero para comprender bien casos peor documentados y mucho menos estudiados, hay que abarcar mucho y apretar mucho a la vez. Sólo el desarrollo de Internet, de las Bases de Datos informáticas, de los trabajos en Red, etc., permite hoy en día conseguir eso.
Para el caso de Iberia, por ejemplo, desde el s. VI a.C. al I a.C., hay que estar al tanto de una muy amplia serie de investigaciones militares –y sus implicaciones sociales- en Fenicia, Cartago, Grecia arcaica y clásica, el mundo helenístico, Roma Republicana, Etruria, el mundo céltico, etc. Si no, se excava un pozo perdiendo de vista el entorno. Y entonces se convierte uno en un ‘bárbaro especialista’.

¿En que lugar encuadraría las aportaciones del estudio de la historia militar?. Quiero decir que, el hecho de tener sustantividad propia ¿que supone en el estudio científico de la Historia en general?. ¿Qué peculiaridades podríamos resaltar del estudio particular de este área de estudio?.



Buff… eso entra ya en la Filosofía de la Historia ‘a la Toynbee’. La Historia militar adquirió mala fama y mala prensa después de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, porque había sido tema propio de militares –particularmente del Estado Mayor prusiano, tan odiado. Estos militares se habían centrado en el análisis de las batallas desde un punto de vista muy frío y abstracto.. todo eran ordenados rectángulos rojos y azules sobre mapas, y limpias flechas de avances y retiradas… y la gente sabía, por un lado, que eso era sólo una pequeña parte de la realidad; y segundo, que la falseaba. Nada más lejos de la guerra real, que es caos organizado, confusión, horror físico y psicológico, además de otras cosas.
La Historia Militar actual presta atención a una montaña ingente de aspectos como la logística, los símbolos y ritos de la guerra, los aspectos sociales, la composición demográfica, étnica, social de los ejércitos, las finanzas, etc. Pero no hay que olvidar que la guerra es finalmente el negocio de enfrentarse al enemigo y matarlo. Las armas y las tácticas son finalmente el quid de la cuestión. Y en ese sentido se ha producido también una gran evolución desde el trabajo pionero de J. Keegan ‘The Face of Battle’, que eligió una aproximación mucho más realista y próxima al punto de vista de lo combatientes.
Por otro lado, tampoco debemos olvidar que la guerra fue en la Antigúedad una experiencia central de las sociedades, literalmente vital. Un porcentaje quizá desproporcionadamente alto de todas las fuentes de cualquier tipo (literario, epigráfico, iconográfico) que nos han llegado son de tema militar. Sólo por eso hay que prestar una adecuada atención a un tema que los propios implicados consideraban claramente decisivo, sin olvidar claro está otros aspectos y convertir lo militar en una obsesión.

Y del futuro… ¿Qué puede contarnos del futuro de esta, voy a confesarlo, apasionante disciplina, para muchos, en nuestro ámbito geográfico?.



La Historia y la Arqueología militar viven una época de florecimiento. Hay más y mejores especialistas dedicados a ella; estudiantes interesados en hacer Tesis sobre el tema, que no se paran en los tópicos y la enseñanza transmitida y buscan nuevas aproximaciones… varios de mis antiguos estudiantes que ahora hacen –o han leído ya- Tesis conmigo están superando aspectos de mi trabajo, algo que me enorgullece.
Hay además revistas nuevas y otras relanzadas, en el ámbito académico, que consiguen respetabilidad para la disciplina con autonomía; pienso por ejemplo en el Journal of Roman Military Equipment Studies, en REMA… y en España, en Aquila Legionis o Gladius y la serie de estudios monográficos Anejos de Gladius.
En un campo más amplio, el público está ávido de buena información –y cada vez más detallada y menos atada a tópicos.
En el futuro creo que van a crecer los estudios sobre campos de batalla antiguos –nada que ver con los trabajos alemanes del s. XIX-, y los estudios experimentales sobre el funcionamiento de las armas, además de los tecnológicos. Y además hay mucho campo en los estudios simbólicos, logísticos y demográficos.

La revista GLADIUS es famosa en el ámbito histórico militar, dentro y fuera de nuestras fronteras, por su altísimo nivel en contenidos así como el profuso elenco de aspectos que trata a nivel geográfico y temporal. Además, podríamos decir que es la única publicación en su rango (desde un punto de vista científico y profesional).
Usted es director de dicha publicación, junto al Dr. Alvaro Soler del Campo.
Sería un placer que nos hablase un poco sobre la publicación, en general: su historia, su objetivo, las vicisitudes, el procedimiento de trabajo, en fin, un poco el fondo de tan enorme trabajo.


Gladius nació del esfuerzo personal de dos sabios daneses trasladados a España en 1962 –Fernando Hoffmeyer y Ada Bruhn-, que finalmente consiguieron fundar un Instituto de Armas Antiguas asociado al CSIC, absolutamente novedoso en su época, que acabó instalando su sede en jaraiz de la Vera, donde todavía sigue, aunque ha perdido lamentablemente su especificidad para el ‘estudio de las armas antiguas’, aunque a cambio ha alcanzado estabilidad en el marco del Instituto de Arqueología del CSIC en Mérida. Sea como fuere, la revista parecía morir en 1986 y definitivamente con el fallecimiento de Ada en 1991 (Fernando Hoffmeyer había fallecido en 1975). – Tras un largo hiato, sin embargo, tanto el Instituto como la Revista fueron reactivados por el CSIC en colaboración con diversas instituciones públicas y privadas de Extremadura, hasta su final integración en el nuevo Instituto de Mérida. No es la situación ideal, pero al menos la Biblioteca se mantiene con un gran fichaje que es Oscar García Vuelta, a cargo ‘sobre el terreno’.
Buscando especialistas en el tema, el CSIC tuvo a bien invitarnos a Alvaro Soler, de la Real Armería, y a mí a dirigir la Segunda Epoca de Gladius, iniciada en 1999 y que continúa con buena salud hasta ahora. Al tiempo, retomando la vieja tradición de monografías del Instituto, se han creado los Anejos de Gladius, de los que han salido ya hasta el momento seis, a un ritmo de uno anual.
Uno de los rasgos de Gladius que hemos conservado ha sido su decidida vocación de proyección internacional –dada la escasa ‘masa crítica’ interna. De ese modo la revista suele publicar consistentemente en torno a un tercio de sus trabajos en inglés o francés, lo que es inusitado en las revistas académicas españolas de Humanidades.

Una de las mejores noticias con las que empezamos este año es la edición en PDF para su descarga gratuita de la revista GLADIUS. Todo un acontecimiento por cuanto aficionados y profesionales pueden acceder a esta base de datos de enorme calidad de forma gratuita y desde cualquier lugar donde exista una red de Internet. ¿Qué nos puedes contar sobre este hecho?¿Aguarda alguna sorpresa más para el futuro?¿Tal vez será accesible gratuitamente en su integridad?.



Efectivamente, las limitaciones de distribución internacional de revistas científicas españolas han llevado al CSIC a un ambicioso y acertado esfuerzo de publicación electrónica de todas sus publicaciones periódicas, entre las que se incluye Gladius. Esto asegura a caulquier especialista o aficionado interesado una divulgación mundial e instantánea, independientemente de las limitaciones de una corta tirada en papel, que siguen teniendo sus ventajas… sobre todo la calidad de las ilustraciones y la comodidad para trabajar.
En cambio, no está previsto poner los Anejos de Gladius en Red, dado que su volumen y distribución son por completo distintos. Además, la colaboración con la editorial Polifemo exige mantener el formato papel en exclusiva, como es lógico. Si no, los Anejos no saldrían adelante… como tampoco Gladius si se perdieran las suscripciones e intercambio que la mantienen. Por ello hay un periodo de carencia de entre seis meses y un año para el último volumen, de modo que en ese periodo sólo se puede leer gratuitamente en la Red el resumen de cada artículo. Lógico y necesario.
A cambio, el objetivo final es ir escaneando y poniendo en Internet en las mismas condiciones de gratuidad todos los volúmenes antiguos –del 1 al 17- de Gladius, pero ese es un proceso mucho más lento y costoso, que llevará algún tiempo, ya que hay que escanear, pasar por OCR y corregir individualmente cada página.

En este sentido, ¿que opinión le merece Internet como medio para divulgar la historia en general y este tipo de trabajos profesionales en particular?. Hemos de tener en cuenta que, junto con los buenos aportes al mundo de la historia, también abundan los panfletos pseudo históricos con intenciones más o menos tendenciosas. ¿Qué opinión le merece este asunto?



Internet –y en especial las herramientas de búsqueda, bibliotecas electrónicas, préstamo bibliotecario electrónico, correo etc.- es posiblemente la herramienta más poderosa para la investigación en las Humanidades –y en general- desde la imprenta. El acceso a los datos se ha agilizado y abaratado enormemente, y el proceso de ‘puesta en red’ de fondos antiguos y modernos crece a un ritmo exponencial.
El investigador está en efecto capacitado para separar el grano de la paja, pero el aficionado normalmente no puede discriminar. Hay casos sangrantes, que dan el pego, e incluso la tan traida y llevada Wikipedia, fuente de periodistas y estudiantes, tiene a menudo graves carencias y errores de bulto en sus artículos, en la versión española mucho más que la inglesa. Eso es un peligro cierto para quienes carecen de formación sólida, algo muy frecuente hoy.

Sabemos de la existencia de un ambicioso proyecto de divulgación sobre historia militar: De Ramses a Alarico. Armas y batallas de la antigüedad. El título ya es un evidente anuncio de la magna obra que nos ocupa, a nivel temporal y geográfico.
¿Qué nos puedes contar sobre este trabajo?.


En principio iba a tener ese título y temática, pero ‘salía’ un volumen de más de mil páginas, a un coste imposible… hubiera sido un libro carísimo porque va a todo color y con un papel couché buenísimo para realzar las ilustraciones. Nada de imágenes escaneadas con trama, o borrosas fotos en blanco y negro.
De modo que al final la editorial, la potente ‘Esfera de los Libros’ (que asegura una amplísima distribución) ha decidido sacar a la luz un primer volumen dedicado a Grecia desde época arcaica al Helenismo y a Roma desde la República al s. V d.C. El libro se titula así, ‘Armas de Grecia y Roma’. Tiene más de 400 páginas tal y como está!
Si las ventas van bien, su intención es publicar un segundo tomo de menos páginas dedicado a Tartesios, Iberos y Celtíberos, hasta la conquista romana (que es el que tendrá más novedades, por que es tema mucho menos tratado por la bibliografía anglosajona). Y si el segundo va bien, esperaríamos publicar un tercer volumen dedicado a Egipto, Mesopotamia... para terminar en la guerra de Troya. En fin, veremos… todo depende del Dios Mercado!
El libro se pone a la venta, según me han dicho, el martes 19 de Febrero.

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La obra estará profusamente ilustrada por lo que evidencia su carácter destinado a un público muy amplio. Sin embargo, no dudamos de la calidad de la obra y sin duda, apreciaremos los datos más punteros en la investigación de la historia militar de esta época.
¿Podrías adelantarnos algo sobre lo que aportará esta obra a todos los aficionados y también, científicos?.


Como profesional no tengo derecho a quejarme de la baja calidad que tienen algunos trabajos de divulgación, y no hacer nada al respecto. Por eso desde hace una década dedico un esfuerzo considerable a lo que entiendo por divulgación de calidad.
Por ello entiendo un trabajo que recoja los avances de la investigación reciente –incluyendo los míos-, los datos novedosos y la metodología actual. Que utilice como fuente trabajos de investigación propios o de colegas, y no sólo síntesis de otros o refritos previos.
Que no eluda los temas espinosos y confusos, declarando con claridad las incertidumbres, sin dogmatizar ni rellenar con especulación lo que desconocemos.
Que redacte con amenidad y claridad.
Que sin recurrir al aparato erudito, proporcione al menos las fuentes primarias para las afirmaciones (las citas de los autores clásicos y los datos iconográficos y arqueológicos).
Que presente una buena bibliografía, completa, comentada según su utilidad y desmenuzada para cada tema, de manera que el aficionado pueda profundizar en los aspectos que le llamen la atención.
Que preste atención a tendencias recientes como el recreacionismo hitórico.
Que esté excelentemente ilustrada, combinando las fotografías de documentos originales bien conocidas, con otras de materiales significativos pero poco conocidos, con reconstrucciones bien hechas a cargo de artistas con talento pero ques e dejen guíar de acuerdo a las necesidades del tema –mi amigo Carlos Fernández del Castillo es en ello un lujo absoluto.
Que sea útil tanto para quien se inicia en estos temas, como para el aficionado ya curtido, e incluso para estudiantes universitarios. Mi hijo de doce años disfruta también con los dibujos de reconstrucciones y los pies de foto, muy largos y autoexplicativos, que permiten todo un nivel de lectura previo.
Creo que las más de 400 páginas y cientos de ilustraciones del libro cumplen con estos objetivos, pero eso serán los lectores quienes habrán de decidirlo.

En el trabajo que nos ocupa, Usted incluirá algunos textos de los recogidos en la Aventura de la Historia. Hablando un poco sobre esta publicación, sin ánimo de desvelar secretos o secretillos profesionales… ¿Cómo coordinan Usted y el (magnífico) ilustrador, Carlos Fernández, a la hora de redactar los artículos?¿Trabaja él con sus propias fuentes, le va indicando Usted como perfilar el dibujo, revisa el boceto final?.

Carlos es un artista excepcional. Y una de las cosas mejores que tiene es que capta mis intenciones de inmediato, y nunca trata de imponer la visión del ‘artista’ sobre la del ‘divulgador’.
Normalmente tenemos para cada dibujo –o grupo de dibujos- una primera reunión en mi despacho, donde le expongo mi idea (“quiero que el escudo se vea desde dentro… o desde fuera.. por la derecha o por la izquierda… en descanso o en acción…). Sobre la marcha Carlos hace un ‘mono’ para definir la postura. A veces hacemos varios ensayos hasta que lo vemos claro.
Al tiempo, le paso documentación (dibujos, fotos, etc.) tomada de la bibliografía arqueológica. Incluso le paso otras ilustraciones de otros dibujantes –especialmente las que creo que tienen errores, para que no se repitan. Caso por ejemplo de los lamentables dibujos del Osprey dedicado a los Iberos, llenos de interpretaciones audaces (por ser caritativo), cuando no de errores de hecho.
Con ello Carlos va a su propio estudio y en unos días hace un boceto en blanco y negro detallado. Me lo envía por correo electrónico y, si no hay muchos cambios, lo corrijo, se lo devuelvo por email también y confirmamos detalles por teléfono. Si hay pegas más serias –es raro- volvemos a quedar.
Una vez hecho el dibujo a blanco y negro, discutimos el color, bien en una segunda reunión, bien por teléfono. Finalmente repaso el conjunto y… voilá!

Estando ante un profesional de su categoría, no podemos evitar preguntarle, en su opinión, ¿que publicaciones, sobre historia militar, cree que son merecedoras de ser tenidas en cuenta?¿Que opinión le merece la archiconocida Osprey?.



Agradezco que nos limitemos a la serie de Osprey, ‘madre y maestra’ de todas las demás.
Osprey es enorme. Entre sus cientos de volúmenes hay desde trabajos excelentes (a vuelapluma, en general los de Nick Sekunda, Duncan Campbell, Ross Cowan, David Nicolle…), hasta otros muy, muy flojos. Los recientes suelen estar escritos por gente que investiga, y empiezan a recoger las fuentes literarias, bibliografías serias, etc. Pero hay que ir caso por caso, Osprey es muy irregular.
Alguien hablaba en el foro de que los Osprey son como el Play Boy, porque todos dicen comprarlos por el texto cuando lo que miran son las láminas… espero que eso no ocurra con mi nuevo libro!
Además, las láminas son la base para recreacionistas históricos, fabricantes de figuras de plomo, etc… y por ello una lámina mal investigada de un Osprey puede hacer mucho daño, ya que se convierte en fuente para toda una industria y miles de aficionados… que luego no querrán reconocer fácilmente que su coraza, o su colección de figuras de plomo, están mal. Eso es un problema, que sólo puede resolverse teniendo en cuenta que ninguna fuente –ni siquiera los documentos arqueológicos originales, digamos el ‘sarcófago de Alejandro’, están libres de incertidumbres.
Tengo opiniones claras sobre otras series y libros de divulgación. Peter Connolly es el equilibrio perfecto entre investigador que además es un artista dotado. Ha hecho aportaciones notables a los estudios sobre el armamento romano republicano, y me lo he encontrado en Congresos del mayor nivel académico. Algo parecido ocurre con el libro de John Warry. Mi propio libro en absoluto trata de mejorar o superar estos ‘clásicos’. Su enfoque es diferente.
En cuanto a otras series que imitan el modelo Osprey, o libros aparte… pues de nuevo hay de todo. En España hay algunos trabajos estimables y otros que son simplemente intolerables. No se puede poner un estribo a un jinete ibérico prerromano, un casco celta del s. IV a un ibero del II a.C. y además puesto del revés –guardanuca como visera-, y muchas otras barbaridades que tengo en mi particular ‘museo de los horrores’. El problema es la discriminación, distinguir lo bien investigado de la chapuza, como en todo…

MAS.

Arriaz
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